Rabietas en la infancia ¿Cómo podemos gestionarlos?

Las rabietas son conductas normales que suceden en la infancia alrededor de los 18 meses y los 4 años. El desencadenante de estas rabietas suele ser una situación que les genera frustración o malestar (sueño, hambre, no poder hacer algo que quieren hacer, que no se les deje hacer algo que desean…) y el niño/la niña suele mostrar ese malestar con llantos desconsolados, ira… En esta etapa de la niñez los niños y las niñas empiezan a experimentar el deseo de ser autónomos e independientes y los límites impuestos por los adultos suelen generar muchas rabietas. 

Es muy importante entender que el proceso de aprender a autorregular las emociones se aprende poco a poco y que en esta etapa de la infancia ellos no tienen las estrategias que tenemos los adultos para regularnos. Así, las rabietas son un momento óptimo para que el niño o la niña aprenda a expresar sus emociones, aprenda a gestionar la frustración y aprenda diferentes estrategias para calmarse. 

En primer lugar, durante la rabieta, es muy importante que nosotros, los adultos, seamos modelo en el proceso de calmar una rabieta. Muchas veces nos solemos poner muy nerviosos o nos solemos enfadar ante estas rabietas; entender que no lo hace “para molestarnos” y que necesita nuestra ayuda para calmarse nos puede ayudar. Mientras el niño o la niña está teniendo la rabieta, es importante dejar que se exprese; además, podemos validar y dar nombre a lo que está sintiendo (por ejemplo: veo que estás enfadado, porque quieres ir al parque pero no se puede). 

Después de validar lo que siente, podemos crear alternativas, pero siempre sin quitar el límite (por ejemplo: no podemos ir al parque porque está lloviendo mucho, pero si te parece, podemos jugar los dos aquí en el salón a ese juego que tanto te gusta). O sino, podemos ayudarle a calmarse ofreciéndole actividades para que se sienta mejor, enseñándoles así que podemos regular nuestras emociones (por ejemplo: sé que estás enfadado porque no te he dejado jugar más a la tablet, si te parece bien podemos ir a bañarnos con tus juguetes favoritos, seguro que te hace sentir muy bien). 

Después de que pase la rabieta, podemos hablar sobre lo que ha pasado (cómo se ha sentido, que le ha ayudado a calmarse, que puede hacer cuándo le pase otra vez…), siempre validando lo que ha sentido y reforzando positivamente las cosas que ha hecho bien. 

Aunque en esta etapa de la infancia las rabietas a veces sean inevitables podemos intentar anticipar lo máximo lo que va a ocurrir (por ejemplo: a la mañana podemos recordar lo que vamos a hacer durante el día), podemos intentar que los niños estén descansados y sin hambre, podemos intentar poner normas y límites claros y congruentes y por último, podemos trabajar la inteligencia emocional en situaciones donde no exista la rabieta (cómo nos sentimos, que nombre tiene eso que estamos sintiendo, qué podemos hacer para sentirnos mejor…). 

En conclusión, las rabietas son normales en esta etapa de la infancia, y aunque como adultos sea una situación difícil de gestionar ya que nos suele generar mucha frustración; es muy importante entender que son parte de su desarrollo y que nosotros podemos ayudarles a calmarse y aprender a sentirse mejor.  

 

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