La Bulimia Nerviosa es uno de los principales trastornos de la conducta alimentaria y afecta especialmente a adolescentes y jóvenes adultos. Entre sus efectos se observa que esta patología afecta a la salud física provocando, entre otros, desequilibrios electrolíticos, deshidratación, problemas gastrointestinales y deterioro dental. Sin embargo, tiene importantes consecuencias también en la salud mental y emocional, experimentándose una baja autoestima, depresión y ansiedad.
Es importante comprender que a nivel psicológico la bulimia nerviosa sigue un ciclo que incluye las siguientes fases: Restricción – Tensión – Atracón – Purgación – Alivio, seguido nuevamente por la Restricción.
De esta forma, las características propias de la bulimia nerviosa son las siguientes:
1. Presencia de atracones: La bulimia nerviosa se caracteriza por atracones, episodios de ingesta excesiva y descontrolada de alimentos, generalmente ultraprocesados y prohibidos en la dieta habitual. Estos atracones son seguidos por sentimientos de vergüenza, culpa y falta de control, tras lo cual nace el impulso de purgarse para evitar el aumento de peso. A menudo, estos episodios ocurren en secreto y las personas afectadas pueden intentar ocultar estas conductas debido a la vergüenza y el temor al juicio de los demás.
Los atracones se consideran como tal cuando hacen sentir a la persona una sensación interna de pérdida de control de sus actos, no se puede evitar comer o parar de hacerlo una vez se ha empezado. Generalmente, los atracones surgen por la existencia de una dieta restrictiva y por otras circunstancias de malestar psicológico y emocional.
2. Conductas compensatorias o purgativas: Los pacientes recurren a conductas purgativas como vómitos autoinducidos, uso de laxantes o diuréticos para eliminar lo ingerido y evitar ganar peso. Estas conductas brindan una sensación ficticia de pureza y alivian temporalmente los sentimientos de culpa y falta de control.
3. Alteración del régimen de comidas: La restricción en la dieta y los periodos de ayuno pueden llevar a episodios de descontrol alimentario, donde se alteran los horarios y la cantidad de comida. Esto puede generar un ciclo de atracones seguidos de restricción, contribuyendo a la pérdida del sentido de saciedad y al caos en la relación con la comida.
4. Alteraciones de la imagen corporal: Se puede experimentar una distorsión de la imagen corporal, sintiéndose insatisfechos con su peso y aspecto físico. Estos sentimientos de descontento y rechazo hacia su cuerpo pueden ser intensos y persistentes, contribuyendo a la perpetuación del ciclo bulímico.
5. Impulsividad: La bulimia nerviosa está asociada con comportamientos impulsivos, como decisiones precipitadas en el amor o conductas de alto riesgo como el abuso de alcohol o drogas. Esta impulsividad puede aumentar la vulnerabilidad del paciente a caer en el ciclo bulímico.
6. Independencia contrafóbica: A pesar de la dependencia emocional y la búsqueda de aprobación externa, las personas con bulimia pueden mostrar una aparente independencia como mecanismo de defensa contra el miedo al rechazo. Sin embargo, esta independencia suele ser contraproducente y puede ocultar una profunda necesidad de conexión emocional.
7. Insatisfacción profunda: Se experimenta una insatisfacción constante con uno mismo y el entorno, demandando perfección y complacencia tanto de uno mismo como de los demás. Esta insatisfacción puede manifestarse en una relación turbulenta con la comida y las relaciones interpersonales.
8. Soledad: Aunque buscan la admiración y el respeto de los demás, las personas con bulimia suelen experimentar sentimientos de soledad y aislamiento. Sus relaciones suelen ser superficiales y basadas en la apariencia, lo que contribuye a un ciclo de evasión emocional a través de la comida y las conductas bulímicas.