“La ansiedad es la característica mental más destacada de la civilización occidental”
R. R. Willoughby.
Muchos de nosotros, quien más, quien menos, en algún momento de nuestra vida hemos sentido que nos falta el tiempo y el aire, y sin saber por qué, nos encontramos ante una sensación de inquietud y de excesiva preocupación. Sin venir a cuento, sentimos miedos y temores y nos preparamos para alguna desgracia, poniéndonos en la peor situación y nos ponemos en una posición de alerta, de vigilancia continua, que sin reparar en ello nos arrastra a la ineficacia, a cometer errores, hasta que se convierte en un sentimiento vital donde se agarra al alma y nos roba hasta los colores de la vida, volviéndola monocromática, perdiendo toda su belleza. Esa presión, también se representa en nuestro cuerpo. Los músculos se tensan y sufrimos contracturas, el corazón bombea más rápido, nos cuesta respirar, perdemos la capacidad de visión o empezamos a notar dolores en el estómago e incluso tenemos problemas para dormir. Esta sensación que a veces no somos capaces de identificar tiene nombre y es bien reconocida a día de hoy, es el estrés o la ansiedad. Cuanto más seamos capaces de comprenderla e identificarla, más nos ayudará a manejarla y a aliviarla.
La ansiedad es una emoción compleja y bastante difusa, de ahí que la gente en ocasiones no sea capaz de identificarla. Por el contrario, normalmente sí que solemos ser capaces de reconocer el estrés. La cuestión es que la ansiedad, es la representación continua del estrés en la dimensión temporal. La ansiedad, obviamente, en su justa medida, puede sernos útil y adaptativa, activando un sinfín de respuestas fisiológicas, vivenciales, comportamentales y cognitivas que se caracterizan precisamente por ponernos alerta ante cualquier amenaza. Pero en ocasiones, se activa o mantiene en situaciones que, tal y como comentaba al principio, nos perjudican y hacen que tengamos un peor rendimiento.
Entre todas las respuestas fisiológicas que se mantienen en el cuerpo por culpa de la ansiedad, quisiera destacar la producción de la hormona del estrés, el Cortisol. Esta hormona se activa ante momentos de amenaza, miedo o preocupación y en los tiempos que corren, parece ser prácticamente el día a día en nuestra sociedad. Como bien refiere la afamada psiquiatra Marian Rojas Estapé, da la sensación de que la gente va inflamada por la calle.
En la otra cara de la moneda, nos encontramos con la Oxitocina, qué comúnmente, solemos relacionarla con el parto y con la lactancia. Curiosamente, la realidad es que también es la hormona de la empatía, es decir, es la hormona que se activa con los abrazos, con el roce y el contacto de la piel contra la piel, en definitiva, del vínculo que se crea entre las personas.
Por lo tanto, cuanto mayor sea el nivel de Cortisol en el cuerpo, menor será la cantidad de Oxitocina que segregamos, y viceversa. Sí es cierto, que tenemos que tener
en cuenta que las hormonas tienen una gran influencia en nuestra manera de actuar, pero no nos determinan. Aún y todo, tenemos libertad de pensamiento y elección.
Disponemos de una gran variedad de recursos, como técnicas y métodos de intervención para aliviar y tratar de deshacernos de esta sensación de estrés y de ansiedad. Estas técnicas se centran tanto en las capacidades de distracción, así como en las de respiración y relajación, pasando por técnicas de control y como último recurso, dispondríamos de los archiconocidos tratamientos farmacológicos a través de los ansiolíticos. Aún así, y en la medida que nos sea posible, deberemos evitarlos, para centrarnos en adquirir los recursos no invasivos necesarios, paliando esa sensación de ansiedad.
Si a pesar de todo, si los síntomas persisten, en el caso de que no sea posible aliviarla de manera autónoma, siempre es aconsejable buscar ayuda y confiar en los profesionales (principalmente los Psicólogos) para adquirir la herramientas necesarias a fin de volver a tener la calidad de vida deseada.
Estas fechas tan señaladas de celebraciones en las que nos encontramos (navidad, fin de año, reyes), con todo el trajín al que nos vemos sometidos, son épocas propicias para sentirnos especialmente estresados y ansiosos. Igualmente cierto es que son fechas en las solemos reunirnos con la familia y aquellos miembros queridos que en el día a día no tenemos la posibilidad de hacerlo y, efectivamente, conociendo los efectos beneficiosos que tiene la Oxitocina sobre nuestro cuerpo, son momentos ideales para activarla y aprovecharnos de sus bondades, por lo que, a fin de cuentas, épocas propicias para darnos abrazos y poder matar con ellos, el estrés y la ansiedad.
Ilustración: Alazne Gardeazabal.
Artículo muy acertado sobre un problema que nos afecta a la mayoría de la población, no sólo adulta, sino también a menores.
Los abrazos son sanadores, por supuesto.
Muy buen articulo. Totalmente de acuerdo con todo.
Zorionak Joseba
Muy buen artículo. Bien escrito y preciso.
Bueno, pues un abrazo para ti! Aunque siendo virtual no sé yo. Buen artículo Joseba!
Muy bien dicho, abracémonos, y si es necesario acudamos a un especialista, y tengamos paciencia por favor. No podemos tratar el estrés o ansiedad en 2 sesiones.
Confiemos en el trabajo de los profesionales por favor.
¡Buen texto Joseba!