Dentro de nosotros tenemos un juez interno que mide y juzga todas nuestras actuaciones. Cuando realizamos algo con lo que no estamos del todo satisfechos, ese juez interno sale y nos indica en qué hemos fallado. Este juez, puede ser benevolente o un tirano. La autocrítica es importante para que podamos medir bien nuestra manera de comportarnos ante los demás y poder presentar un comportamiento que cumpla con los estándares sociales de actuación. Esta manera de juzgar nuestro funcionamiento es importante para que podamos percibir que somos eficaces a la hora de enfrentar los distintos eventos del día a día y esta sensación de eficacia es lo que refuerza nuestra autoestima.
En cambio, a veces la autocrítica se orienta más a reforzar una baja autoestima, es decir, que la autocrítica no tiene resultados funcionales, sino que está más orientada al menosprecio de uno mismo. Esto ocurre cuando ese juez interno solo fija su atención en aquellas conductas inadecuadas y nunca es consciente de aquello que hace bien, menospreciando la importancia de las acciones con resultados positivos, dando una explicación que tiene más que ver con el azar que a su propia actuación. Además, se atribuye consecuencias que a veces escapan del control de la persona y que está más relacionado con factores que tienen que ver con otros o el azar. Otra manera de menospreciarse, es la percepción de que “lo que se hace bien es porque así debería de serlo” y lo que se hace mal se juzga con extrema dureza. Cada mínimo detalle negativo es una confirmación del propio fracaso y los positivos son objetivos demasiado fáciles de conseguir. Los errores de algún aspecto concreto sirven para justificar un defecto generalizado en la persona, es decir, tal como se ha dicho antes, para reforzar una baja autoestima (De Rosa, Valle, Rutsztein y Keegan 2012).
Esta constante devaluación de uno mismo y de comparación constante con los demás, puede llevar a consecuencias como la limitación de las interacciones sociales, el agravamiento de la hostilidad, sentimientos de culpa y fracaso y la posibilidad de padecer ansiedad o depresión.
Por ello, a continuación se plantean estrategias que pueden ayudar a la hora de afrontar estas situaciones.
- Entender que esto es una percepción y que no implica una realidad inamovible: Cuando nos sentimos de una determinada manera, lo podemos asumir como algo que forma parte de nuestra identidad, es decir, es lo que nos define. La realidad es que las creencias respecto a la manera de ser de uno mismo varían en función de la autoestima que se tenga.
- Visión más compasiva de uno mismo: Es importante plantear una mirada más amable. Cuando uno está en ese momento de autocrítica, quizás sería importante preguntarse porque se dice cosas a uno mismo que jamás se dirían a nadie más.
- Cambiar el “debo” con un “me gustaría”: Cuando damos un sentido de obligatoriedad a cada actividad que uno realiza, la percepción de dicha actividad se convierte en algo sumamente desagradable y no ayuda en encontrar una solución más funcional.
- Ser consciente cuando el crítico dentro de uno está tomando las riendas de la percepción: A veces, uno no es consciente que lo que se está diciendo es producto del crítico en uno mismo. Para poder plantear esa mirada más amable es importante ser consciente de que está saliendo ese juez interno, que las palabras vienen de esa fuente y de no de una realidad inamovible u objetiva.
- Cambiar el discurso interno: Después de la concienciación de que el crítico en uno está actuando, sería importante ser consciente cual es el discurso que prevalece y que está haciendo daño. Una vez entendido esto, se puede hacer un esfuerzo activo por cambiarlo a un discurso más amable y realista, es decir, uno que de pautas de actuación que sirvan para solucionar las situaciones y no bloquee.
- Medir la controlabilidad de las situaciones: Anteriormente se ha comentado que se hacen atribuciones que escapan de la controlabilidad de uno mismo o se minimizan los logros conseguidos restandoles importancia. Para hacer una crítica adecuada de la situación, es importante medir de manera realista que puede hacer uno y que factores forman parte del azar o de factores que tiene que ver con los demás.
- Ser consciente de qué valores se ponen en los demás: Especialmente si la autocrítica viene de la comparación con las personas de nuestro entorno, habría que medir qué valores se proyecta en los demás y en qué posición se coloca uno ante ellos. Quizás habría que hacer una reevaluación de estos y reflexionar sobre los aspectos positivos que tiene uno y que no está viendo debido al sesgo.
La psicoterapia ofrece un espacio donde uno puede poner en evidencia estos mensajes y tratar de cambiarlos. Muchas veces ocurre que se normalizan y se llegan a aceptar como válidos mensajes que llevan a una baja autoestima. La psicoterapia puede ayudar a tomar conciencia sobre esto, además de reforzar la autoestima y la identidad propia. Este espacio de reflexión, sirve para trabajar las vivencias internas que muchas veces vienen de otros factores como el temor a decepcionar o desde una crianza estricta entre otros.
Referencia
De Rosa, Lorena, Valle, Ariel Dalla, Rutsztein, Guillermina y Keegan, Eduardo (2012). Perfeccionismo y Autocrítica: Consideraciones clínicas. Revista Argentina de Clínica Psicológica, XXI(3),209-215.