TRAUMAS

El término trauma proviene de un concepto griego que significa herida y/o ruptura. En el campo de la psicología hablamos de traumas para referimos a heridas psicológicas. En este post ampliaré un poco el concepto de traumas psicológicos e intentaré aportar algo de información que espero, resulte útil e interesante…

Según la American Psychiatric Association el trauma implica experimentar, ser testigo, anticipar o enfrentarse a un evento que conlleva bien una amenaza real para la vida o bien la posibilidad de sufrir graves lesiones que pongan en peligro la propia integridad física o la de otra persona.

Generalmente, podemos sufrir un trauma ante la experimentación de algún acontecimiento o vivencia que exceda nuestras capacidades y recursos. Es decir, cuando una situación es tan compleja e impactante que nos resulta imposible procesar la experiencia de forma integrada y adaptativa.

En este sentido, procesar la experiencia de forma integrada significa que el flujo de información y conexiones entre las diferentes estructuras cerebrales que intervienen en el procesamiento de la información emocional se efectúe de forma adecuada; considerando que, el tronco encefálico se activa ante situaciones de peligro para la supervivencia promoviendo conductas de ataque, defensa, huida o parálisis; el sistema límbico se activa con las emociones de forma inconsciente regulando las respuestas fisiológicas (sensaciones) relacionadas con ellas; y, el neocórtex actúa regulando las conductas subsecuentes o impulsadas por las emociones, posibilitando la inhibición de conductas inadecuadas y facilitando que nos comportemos de forma socialmente aceptable en diferentes situaciones. Por lo tanto, este último tiene un papel fundamental en la regulación emocional.

Por otro lado, cuando hago alusión a procesar la experiencia de forma adaptativa me refiero a la posibilidad de incorporar dicha experiencia a nuestros esquemas previos, de modo que podamos extraer un aprendizaje que nos sirva para adecuar nuestra conducta en futuras situaciones similares.

Sin embargo, en una situación traumática, ante la imposibilidad de procesamiento integrado y adaptativo, esas vivencias o experiencias se quedan almacenadas en nuestra memoria de forma disfuncional. Se quedan en forma de recuerdos perturbadores y emocionalmente estresantes cuando vienen a la memoria, pudiendo predominar en ellos imágenes, sensaciones, emociones o creencias negativas.

Podemos diferenciar dos tipos de trauma psicológico: los traumas T (grandes traumas) y los traumas t (traumas menos aparentes).

Los traumas T son lo que comúnmente conocemos por trauma. Es decir, sucesos que amenazan la vida de la persona o que suponen un riesgo para la integridad física de la persona. Estos riesgos pueden ser reales y directos, imaginados o presenciados en terceras personas. A modo de ejemplo, pueden constituir un trauma T situaciones de maltrato, abuso sexual, catástrofes, muertes, accidentes, etc.

Los traumas t, también llamados traumas de apego o traumas relacionales, surgen como consecuencia a la exposición a desajustes crónicos y estados prolongados de desregulación en el contexto de la relación de apego temprana, con lo cual se configurará un sistema nervioso autónomo desregulado en la persona. Los traumas t pueden ocasionarse por situaciones de negligencia, falta de juego compartido, exceso de críticas, inversión de roles, abandono, humillaciones, etc.

Los traumas activan tres sistemas de respuesta:

Emocional: En forma de experiencias emocionales de miedo, tristeza, rabia, asco,…

Somático: A modo de sensaciones corporales de tener un nudo en la garganta, hiperventilación, dolor muscular, retortijones …

Cognitivo: En forma de ideas negativas de estar en peligro, no poder protegerse, no ser capaz, ser tonto, merecer morir,…

Ambos tipos de trauma pueden influir de forma negativa en nuestro funcionamiento normal. Mientras que los traumas T son más evidentes e identificables, es común que los traumas t pasen más desapercibidos y les concedamos una menor importancia. Sin embargo, los traumas t pueden interferir de forma significativa en nuestro día a día a través de disparadores que activan aquellos recuerdos almacenados de forma disfuncional en la memoria. De modo que, nos provoquen sensaciones de malestar corporal, reacciones emocionales intensas y pensamientos desadaptativos.

Los disparadores son estímulos que activan en nosotras/os una respuesta emocional que escapa a nuestro control, pueden ser un olor, un gesto, determinada conducta, alguna palabra o comentario, etc. Es decir, ante un estímulo que a priori sea inocuo, si funciona como disparador puede provocar que nos desregulemos y nos comportemos de forma poco adaptativa ante situaciones que no deberían resultarnos problemáticas, dado que no entrañan ningún riesgo real.

No quisiera finalizar este post sin subrayar que si tenemos algún trauma psicológico, una o un profesional de la psicología nos puede acompañar en un proceso terapéutico, dándonos herramientas y posibilitando que construyamos una narrativa relacionada con el trauma más saludable y más adaptativa, que en definitiva deje de ser dañina.

 

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