El diálogo abierto es un modelo de atención social creado por Seikkula y Trimble que desarrolla un cambio en la conceptualización de la psicosis. Está inspirado en varios modelos teóricos, entre los que se incluyen las aportaciones de Bateson y la terapia sistémica de Milán. Los autores consideran que las experiencias psicóticas propiamente dichas (alucinaciones y delirios), incluyen información de eventos traumáticos de la vida de las personas que se encuentran en el espectro psicótico, entendiéndolas como vivencias que intentan comunicarse, pero que no han encontrado las palabras correctas para hacerlo. De este modo, los síntomas son maneras de sobrevivir a experiencias muy confusas o dolorosas, y estrategias que la mente pone en funcionamiento para responder a situaciones traumáticas concretas.
El objetivo principal de este modelo es ayudar a las personas con psicosis a encontrar su propio modo de dar sentido a sus experiencias, y, por tanto, sentirse más capaces de tomar decisiones por sí mismas. Para ello, resulta fundamental considerar a la persona con psicosis como una persona capaz de explicarse en el mundo, y ver la realidad con sus propios ojos. Esto persigue favorecer el respeto por los valores humanos, pues se alinea con el marco de la dignidad humana, tal y como recoge la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La estructuración del tratamiento responde a la disponibilidad y flexibilidad de un equipo de profesionales de salud mental no jerarquizado, que incluye psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y enfermeras de la salud mental, y que cuenta con un teléfono abierto las 24 horas del día. Cuando alguien acude al equipo, se le pregunta dónde quiere ser atendido, y qué personas considera que son importantes para asistir a ese encuentro. La primera reunión constituye la creación del “sistema de tratamiento”, que está formado por profesionales, la persona con psicosis, y lo que ella considera su red social, y, a partir de ese momento, las decisiones se toman en las reuniones que mantiene el “sistema”.
En este caso, el diálogo se convierte en “el arte de pensar juntos”. Es importante en este sentido, no hablar de las personas atendidas, ni de su red de apoyo, cuando no están presentes, para no romper la no jerarquización que se busca con este nuevo enfoque. Para ello, es importante confiar en los recursos propios de las personas para superar situaciones complicadas en su vida. Además, se atiende a la persona desde un primer momento en su propio contexto, dejando de ser el ingreso en plantas hospitalarias y la erradicación de síntomas aislados la primera opción de tratamiento, y, considerando de este modo, la psicosis como una experiencia más humana.
Este enfoque cuenta con 7 principios básicos:
1. Respuesta inmediata, realizando la primera reunión antes de que pasen 24 horas desde la crisis inicial.
2. Flexibilidad y movilidad por parte del equipo de profesionales.
3. Perspectiva de red social.
4. Responsabilidad para organizar el equipo, asumida por el profesional que atiende la primera llamada.
5. Continuidad psicológica, sin derivación a otros equipos y/o profesionales.
6. Tolerancia a la incertidumbre: se aplaza la toma de decisiones hasta que el diálogo produzca respuestas que eliminen la necesidad de actuar.
7. Dialogicidad: se desarrolla un lenguaje común entre las personas que forman el “sistema”. En este sentido, es importante que en las reuniones todas las personas sean escuchadas y tratadas con la máxima igualdad.
Las investigaciones sobre este nuevo enfoque ofrecen resultados bastante esperanzadores. En diversos estudios realizados con personas con primeros episodios psicóticos, con las que se intervino con esta terapia, se encontraron los siguientes resultados en porcentajes bastante elevados: reducción de los síntomas psicóticos, mejora del acceso al mundo laboral, reducción del uso de servicios y tratamientos psiquiátricos, y disminución del uso de los tratamientos de urgencias y de las hospitalizaciones.
En definitiva, este nuevo enfoque se encuentra en consonancia plena con las recomendaciones de la OMS de su Plan de Acción Integral sobre Salud Mental.