Desgraciadamente la violencia de género sigue siendo una terrible realidad que siguen sufriendo mujeres de todo el mundo. Limitándonos a la violencia de genero registrada en España durante este 2019, hasta la fecha se contabilizan un total de 52 víctimas mortales, de las cuales 41 no habían presentado denuncia. Además, en 37 de las 52 víctimas el agresor era su pareja. Analizando las estadísticas desde el año 2003 no se aprecia un descenso significativo en la tasa víctimas de violencia de género. Dando lugar a cuestionarnos ¿se esta haciendo lo suficiente? ¿a qué niveles se debe actuar?
La violencia contra las mujeres hace referencia a todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que causa o es susceptible de causar un daño o sufrimiento físico, psíquico o sexual. Las formas en que se ejerce esta violencia de forma directa sobre la mujer son:
- Maltrato físico: acciones de carácter intencional que conllevan daño y/o riesgo para la integridad física de la mujer. Se trata de conductas tales como: uso deliberado de la fuerza, golpes, empujones, palizas y las amenazas de provocarle daño.
- Maltrato psicológico: acciones que conllevan daño y/o riesgo de manera intencionada y ponen en riesgo la integridad psíquica y emocional de la víctima. Se da de múltiples formas: insultos, humillaciones, vejaciones, amenazas…
- Maltrato social y ambiental: se considera una forma de maltrato psicológico y se refiere al control, reclusión, prohibición de relacionarse y el abuso, o humillación en público que el abusador ejerce sobre la víctima.
- Maltrato económico: son los actos u omisiones destinadas a controlar, restringir, prohibir los asuntos relacionados con el patrimonio, dinero o bienes.
- Maltrato o violencia sexual: acciones que obligan a la víctima a mantener relaciones sexuales forzadas.
El impacto de estos tipos de maltrato produce consecuencias devastadoras a nivel psicológico. Habitualmente las víctimas presentan elevados niveles de estrés crónico, estrés postraumático además de otras alteraciones clínica como, depresión, ansiedad, tendencias suicidas… La violencia sufrida sin duda tiene efectos y tras evaluar estos de manera individual se deberá intervenir para ayudarles a superar las consecuencias del maltrato en muchos casos cronificadas.
Las mujeres víctimas de violencia de genero habitualmente presentan interiorizado un profundo sentimiento de vergüenza y culpabilidad. La culpabilidad habitualmente aparece por no “haber conseguido hacer funcionar la relación” y de manera complementaria “por no haber podido poner fin a esa situación”. Este sentimiento suele verse agravado cuando existen hijos presentes en esta realidad. El mantenimiento de la relación es fruto de varios factores: poca independencia económica, existencia de hijos, falta de apoyo fuera de relación de pareja, el miedo y la indefensión, la inseguridad y el estado ansioso-depresivo que suelen presentar.
El maltrato en la pareja no aparece de manera repentina, sino que es parte de un proceso que se da de manera ascendente. La mujer en un primer momento suele actuar de manera activa para defenderse y anticiparse a las agresiones, pero termina por sentirse totalmente indefensa porque haga lo que haga el maltrato es impredecible y se repite. Otro de los factores que juega un papel impórtate en el mantenimiento de la agresión es el carácter intermitente de los abusos, ya que se alternan fases de agresión con otras de cariño y calma. Este “ciclo de la violencia” varia en frecuencia, intensidad y duración, pero con el tiempo, el intervalo entre etapas se hace más corto. Este “Ciclo de la violencia” está compuesto por 3 fases: una primera fase de “elaboración de la tensión” en al cual comienzan las actitudes hostiles y violentas del hombre hacia la mujer. Seguida de una fase denominada de “agresión” es en el momento en el que estalla la violencia física, psicológica y sexual. Y por último la fase de “Reconciliación” o también conocida como fase de “Luna de miel”. En esta fase el agresor suele mostrar su arrepentimiento y pone en marcha sus estrategias de manipulación afectiva. Este ciclo de violencia suele ir modificándose con el tiempo, dando paso a fases de “agresión” cada vez de mayor intensidad y con fases de “luna de miel” que tienden a desaparecer.
A la vista de las cifras tan escandalosas que se siguen manteniendo respecto a la violencia de género es importante que la sociedad haga una reflexión para poder prevenir esta problemática. Es fundamental crear modelos y educar en actitudes que generen vínculos igualitarios, saludables y satisfactorios y para ello se deben reforzar actuaciones de reciprocidad en las parejas, de corresponsabilidad, aprendiendo a poner límites saludables, potenciando los espacios personales y la confianza. El objetivo debe ser crear modelos de relaciones amorosas en el que se ame desde la igualdad.