La disociación es uno de los mecanismos de defensa que utilizamos para afrontar situaciones que pueden percibir como estresantes o amenazantes. Este mecanismo lo que produce es una separación de la persona con la propia situación estableciendo un bloqueo de la psique. Las formas de separación pueden ser muy diversas: memoria, conciencia, identidad, percepción del entorno… De esta forma, la persona puede tener bloqueos a la hora de llegar a recordar la experiencia vivida o al ser consciente de su propia persona.
Este fenomeno lo podemos encontrar en la cotidianeidad como por ejemplo cuando al leer un libro nos damos cuenta de que no se han procesado las últimas páginas, dando la sensación de que se ha estado en “otro mundo”, o cuando al conducir, hemos llegado al destino sin recordar el trayecto del viaje. Estos ejemplos corresponden a los de una manifestación leve de este mecanismo, una forma sana y adaptativa que no causa daño a la persona.
Cuando nos referimos a una cronicidad en el tiempo y manifestaciones más severas de estas disociaciones, con un impacto en la vida diaria de la persona, entonces ya estamos hablando de trastornos disociativos. En este caso, este mecanismo se activó en situaciones de estrés extremo o eventos traumáticos produciéndose así la ruptura entre la persona y la experiencia.
SÍNTOMAS DE LA DISOCIACIÓN
- Desconexión o sensación de irrealidad.
- En algún momento actúas de forma automática, pero sin sentir.
- Después de esos momentos intensos no recuerdas bien lo sucedido.
- Percepción extraña de ti misma, como un robot, de forma repetida.
- Sensación de que no estás funcionando como puedes funcionar.
LA DISOCIACIÓN EN TERAPIA
Uno de los retos del terapeuta con la disociación es el miedo a abrir la “caja de Pandora”. El miedo a revivir, a sentir o a recordar hace que se creen muchas barreras a la hora de llegar a expresar la situación traumática. En esta situación la relación terapéutica y el buen manejo del miedo se hace importante para que la persona se sienta emocionalmente preparada para abordar la situación.
Aun así, el punto cardinal de estas intervenciones tiene que ser el reprocesamiento del trauma, ya que precisamente la disociación radica en el “nudo” que ha producido ese evento en la persona. Para ello tenemos diversas terapias:
- Las terapias cognitivo-conductuales, resultan efectivas ya que ayudan a las personas a desarrollar estrategias para afrontar los síntomas.
- El EMDR, muy útil en el procesamiento e integración del trauma, disminuyendo el impacto que puedan producir y ayudando a las personas a vivir, sin que la situación traumática les invada ni les defina.
- Terapia de Aceptación y Compromiso, para poder aceptar lo que esta fuera del control personal y centrarse en enriquecer la propia vida a partir de la toma de acción en metas y objetivos personales.
- Apoyo psicosocial, donde la persona sienta que cuenta con el apoyo de familia y amigos.