El ser humano es por naturaleza un ser social, de modo que para la mayoría de las personas las relaciones interpersonales suponen una fuente de satisfacción e incluso un pequeño oasis en el que refugiarse tras cumplir con las obligaciones y responsabilidades del día a día. Sin embargo, para otras, este tipo de relaciones pueden suponer todo lo contrario, una importante fuente de estrés y malestar que puede llegar a generar la sensación de estar perdido en un mar de dunas en el que no se sabe cuál es la dirección correcta a seguir. Por supuesto, esto es así cuando la persona es consciente de las dificultades que tiene para desenvolverse adecuadamente en situaciones sociales, cuando no se es consciente de estas dificultades el malestar provendrá directamente de las consecuencias que la persona recibirá de un modo u otro por parte del entorno (conflictos interpersonales recurrentes, finalización de relaciones amistosas o de pareja, despidos del lugar de trabajo, etc.).
¿Qué son las habilidades sociales y qué habilidades comprenden?
Las habilidades sociales podrían definirse como el conjunto de destrezas que nos permite mantener relaciones satisfactorias con los demás, hacer respetar nuestros intereses, sentimientos y derechos, lograr nuestros objetivos personales y, en definitiva, promover nuestro bienestar emocional. Además, la persona socialmente hábil no solamente respetaría sus propios intereses, sentimientos y derechos, sino que también tendría en cuenta y respetaría los de los demás. Probablemente, a pesar de esta definición, el concepto de habilidades sociales siga pareciéndote bastante amplio e incluso algo abstracto, de modo que veamos más específicamente cuales son las principales habilidades o destrezas enmarcadas dentro de este concepto:
- Iniciar, mantener y finalizar conversaciones (con una o varias personas)
- Compartir opiniones (tanto en situación de acuerdo como de desacuerdo)
- Expresar emociones y sentimientos (positivos y negativos)
- Saber gestionar las propias emociones (positivas y negativas)
- Realizar y aceptar cumplidos
- Expresar agradecimiento
- Hacer y rechazar favores o peticiones
- Solicitar a alguien un cambio de conducta
- Ofrecer disculpas y/o admitir ignorancia
- Afrontar posibles críticas de manera asertiva
- Defender los propios derechos (respetando los de los demás)
- Resolver conflictos interpersonales a través de la negociación o la mediación
Como puedes ver, el conjunto de destrezas comprendidas dentro de las habilidades sociales es bastante amplio, por lo que mientras algunas personas pueden sentirse poco hábiles en estas habilidades en general, otras pueden sentirse hábiles a la hora de poner en práctica algunas de ellas y todo lo contario respecto a otras. Por ejemplo, es posible que no tengas dificultad al iniciar, mantener o terminar conversaciones, pero que sí la tengas para aceptar críticas de una forma adecuada o quizá te resulta sencillo pedir disculpas a alguien, pero tremendamente difícil pedir ayuda o rechazar las peticiones de los demás. Por ello, te invito a hacer un ejercicio de reflexión y autoconocimiento tratando de identificar aquellas habilidades con las que te sientes cómodo, aquellas con las que más o menos te defiendes, y aquellas que te resultan complicadas de poner en práctica.
¿Cuáles son los tres componentes de las habilidades sociales?
La puesta en práctica de todas y cada una de las habilidades mencionadas requiere del correcto funcionamiento de tres tipos de componentes específicos, siendo estos los siguientes:
- Componente conductual: hace referencia a la parte observable de las habilidades sociales, es decir, a nuestra conducta verbal y no verbal, lo que decimos y lo que hacemos.
- Componente cognitivo: incluye nuestras creencias y pensamientos, y también la forma en que cada uno de nosotros evaluamos, interpretamos y buscamos solución a los conflictos interpersonales.
- Componente afectivo: se refiere a la capacidad de identificar y comprender las emociones de uno mismo y las de los demás, así como de gestionar las propias emociones.
Esto implica que una persona puede tener dificultades en las habilidades sociales en general o en alguna destreza en concreto debido a la afectación de uno o de varios de los componentes mencionados.
¿Cuáles son las consecuencias de tener dificultades en las habilidades sociales?
Las personas con dificultades en las habilidades sociales suelen tener una menor autoestima, siendo más probable que se sientan rechazadas o infravaloradas por los demás e incluso es posible que lleguen a tender al aislamiento. Además, suelen sentir emociones desagradables como tristeza, estrés, ansiedad, impotencia, frustración y/o enfado con mayor frecuencia. Evidentemente, esto no se restringe únicamente al ámbito personal, sino que suele extenderse al contexto escolar o laboral pudiendo llegar a interferir con la realización de las responsabilidades y obligaciones diarias. A todo ello, habría que añadir además el hecho de que al contar con un apoyo social más reducido cualquier situación complicada que se pueda presentar en sus vidas conllevará un impacto emocional negativo más pronunciado. En vista de todo esto, probablemente no te será para nada difícil hacerte una idea del sufrimiento que pueden llegar a sentir las personas con dificultades en las habilidades sociales en su día a día. Sin embargo, llegados a este punto, la buena noticia es que las habilidades sociales no son algo inamovible, sino que con esfuerzo y con la ayuda indicada, pueden entrenarse y desarrollarse.
¿Cómo pueden entrenarse las habilidades sociales?
El modo de entrenar y trabajar las habilidades sociales va a depender tanto de aquellas destrezas específicas en las que la persona tenga dificultades como de cuáles sean los componentes subyacentes que están afectados y que, por tanto, originan dichas dificultades.
Así, si únicamente se encuentra afectado el componente conductual, deberán trabajarse con la persona las normas no escritas por las que se rigen las relaciones interpersonales en aquellas situaciones en las que muestra dificultad, para que ésta sea consciente de qué es un comportamiento socialmente adecuado o inadecuado y pueda modificar su forma de actuar en consecuencia. Si, por el contrario, es el componente cognitivo el que se encuentra afectado, será necesario trabajar la forma de interpretar y/o resolver correctamente las situaciones sociales en las que la persona muestra dificultad. Si bien es cierto que así expresado puede parecer algo sencillo, dependiendo del caso puede ser un proceso complejo. En algunos casos puede que sea suficiente con entrenar a la persona en habilidades específicas (como por ejemplo, integrar la información verbal y no verbal para realizar inferencias o utilizar estrategias de resolución de problemas), y en otras es posible que haya que trabajar a niveles más profundos sobre diferentes distorsiones cognitivas. Este último caso sería el de aquellas personas que debido a determinadas creencias específicas (ej. no sirvo para nada, los demás siempre intentan hacerme daño, debo intentar agradar en todo lo que pueda a los demás para gustarles, etc.) pueden tender a interpretar de manera errónea diferentes situaciones sociales. Po último, si el componente afectivo es el afectado se deberá entrenar a la persona en la utilización de diferentes estrategias para reconocer y/o gestionar adecuadamente las emociones, al tiempo que es posible que sea necesario trabajar el componente cognitivo, ya que en ocasiones éste puede ser el responsable de que se generen emociones negativas desajustadas o con una intensidad demasiado elevada para la situación ocurrida. Por supuesto, no debemos olvidar que antes de poner en práctica los nuevos aprendizajes en la vida real siempre es conveniente incluir un paso intermedio, entrenando las nuevas habilidades a través de role-playings en un contexto seguro de aprendizaje que no imponga ningún tipo de consecuencias. En último lugar, las habilidades entrenadas deberán ponerse en práctica en la vida real realizándose a posteriori una revisión de las diferentes situaciones con el objetivo de identificar aquellos aspectos que quizá sea conveniente seguir trabajando y aquellos cambios que la persona ya ha alcanzado.
Bibliografía
Caballo, V. E. (2007). Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales. Madrid: Siglo XXI de España Editores S.A.
Roca, E. (2014). Cómo mejorar tus habilidades sociales. Valencia: ACDE Ediciones.