Las decisiones son actuaciones que llevamos a cabo con el fin de poder conseguir una serie de metas u objetivos acordes con nuestros valores. En base a esta premisa, la toma de decisiones es algo que de manera consciente e inconsciente realizamos a diario partiendo de aspectos tan cotidianos y automatizados como el cómo vestirnos o qué comer. A pesar de ello, en ciertas ocasiones nos hemos podido ver en la situación en la que decidirnos por algo nos ha costado más trabajo de lo habitual, ya sea porque había más de una opción que nos resultaba atractiva, porque nada nos convencía por completo o porque considerábamos que era una elección con mucha relevancia en nuestra vida.
Partiendo de dichas premisas, se ha definido la indecisión como la falta de determinación ante una situación que dificulta decidirse de una manera segura y tranquila.
Quizás tras leer esto, todos nos hayamos podido sentir identificados en menor o mayor medida por haber vivenciado una situación similar a lo largo de nuestras vidas, pero ¿en qué momento se convierte la indecisión en un problema?
Se considera que es un problema cuando esta adquiere una gran relevancia en el funcionamiento diario de las personas. Es decir, se manifiesta como un síntoma impidiendo la elección de aspectos mínimos y sin mucha trascendencia e impidiendo así un adecuado funcionamiento en el día a día de los sujetos. Ante esta incapacidad para decidir entre opciones tan simples como por ejemplo; qué zapatos comprar, qué película ver o qué plato elegir entre las opciones del menú de un restaurante, los sujetos experimentan una serie de síntomas entre los que se encuentran:
- Bloqueos emocionales
- Aumento notorio de la ansiedad
- Precaución excesiva
- Cambio de opinión constante debido a la falta de seguridad acerca de la elección tomada
- Petición de puntos de vista y consejos de terceras personas
Asimismo, partiendo de estas premisas se han podido establecer una serie de posibles causas o factores comunes en las personas que presentan indecisión:
- Sentimientos de inseguridad
- Baja autoestima
- Falta de motivación
- Temor al fracaso
- Dificultad en el planteamiento de las diferentes alternativas
- Niveles elevados de autoexigencia y perfeccionismo
- Perspectiva negativista de la situación
- Precaución excesiva
- Parálisis causada por un análisis excesivo: pensar una y otra vez en las diferentes opciones existentes generando una gran cantidad de información que a su vez supone un agotamiento mental que dificulta poder tomar la decisión correcta
- Falta de confianza en uno mismo
- Estilo educativo sobreprotector en la infancia que facilita una mayor dependencia
- Evitar los problemas para poder disminuir la presencia de la ansiedad
- Temor al fracaso
- Poca tolerancia a la incertidumbre y tendencia a la procrastinación
Como hemos podido apreciar tras lo mencionado, el hecho de presentar dificultades para poder tomar decisiones a lo largo de nuestra vida, puede tener el origen en los estilos de funcionamiento que hemos ido elaborando tras la vivencia de los numerosos acontecimientos que han tenido lugar en las diferentes etapas de nuestro desarrollo. Es por ello que de manera inevitable, esta dificultad genera una serie de consecuencias en diferentes áreas y algunas de ellas hacen referencia a:
- Responsabilizar a los otros de nuestros fracasos, ya que son ellos quienes han elegido por nosotros. Esto a su vez, genera que nuestra dependencia emocional hacia ellos sea cada vez mayor
- Pensamientos obsesivos y recurrentes en relación a las diferentes opciones, aumentando así la percepción de importancia de dicha elección
- Baja autoestima como consecuencia de la autopercepción de la dificultad para tomar una decisión y el pensamiento recurrente de posibles escenarios negativos
- Estancamiento en el progreso, ya que pesar de encontrarnos en situaciones que no son de nuestro agrado o nos afectan de manera negativa, la dificultad de poder decidir entre las diferentes opciones de cambio posibles, hacen que nos mantengamos en dicha realidad
- Aparición de trastornos psicológicos como por ejemplo la depresión, niveles de ansiedad elevados, un mayor aislamiento social y una disminución de los niveles de autoestima
Como se puede apreciar son muchas las consecuencias que la indecisión genera en nuestra vida, ya que como mencionábamos al inicio, la toma de decisiones es algo que hacemos a diario en menor o mayor grado. Teniendo esto en cuenta y con el fin de poder enfrentarnos al malestar que genera la dificultad para elegir, a continuación se mencionan una serie de estrategias que favorecen una toma de decisiones adecuada:
- No ver las elecciones como una amenaza en la que una opción es correcta y la otra incorrecta. Cada una de las opciones tiene sus ventajas y desventajas, ofreciendo la oportunidad de aprender de cada una de ellas y permitiendo mejorar en nuestra forma de intervenir en un futuro
- Analizar las opciones con detenimiento generando puntos fuertes y débiles de cada una de ellas que nos ayuden a elegir sin dejarnos llevar por la impulsividad o la ansiedad que nos genera dicha situación. Para ello, sería interesante establecer los objetivos y tenerlos en cuenta de cara a poder decidir por una opción u otra
- Al mismo tiempo, con el fin de evitar un excesivo análisis, rumiación y bloqueo, sería conveniente fijar una fecha límite para tomar la decisión evitando así la procrastinación
- Por último, sería interesante relativizar dicha situación otorgándole un valor ajustado a la realidad y así poder disminuir los niveles de autoexigencia y ansiedad