Seguro que has visto vídeos motivacionales en los que te invitan a un cambio de vida, un cambio por todo lo alto con el objetivo de encontrar la felicidad, porque según esos vídeos, no se puede ser feliz haciendo siempre lo mismo. Parece que es de conformistas y cobardes no lanzarse a cambiar. Pero si es así, ¿por qué hay tanta gente anclada a rutinas?
Todos los seres vivos luchamos por la supervivencia y el ser humano ha conseguido controlar muchas de las variables que ponen en jaque a la vida. Para conseguir controlarlas se han ido preservando los hábitos exitosos, minimizando riesgos y como resultado, economizar energía. Es por esto que generamos rutinas seguras ya que nos permiten estar tranquilos y no tener demasiadas preocupaciones.
Los cambios implican desequilibrio en nuestra vida, gasto de energía, ya sea por las modificaciones que hacemos o por las consecuencias que conllevan, ya que nunca podemos controlarlas. Sabemos por experiencia que los cambios implican otros cambios más, de hecho es habitual oír que conllevan riesgos, así que cuando se trata de modificar algo que pueda comprometer nuestras costumbres, nuestra personalidad, nuestra forma de ver la vida, muchas veces dudamos, nos inunda la emoción del miedo y en la mayoría de ocasiones, si no estamos realmente preparados, boicoteamos cualquier intento de variación, incluso los intentos de cambio de los demás (que esto daría para otro post). Es por todo esto que hay tantas personas ancladas a la monotonía, porque si ya tenemos el control, para qué enrolarnos voluntariamente en un cambio que pueda traer preocupaciones, gasto de energía e incertidumbre. Pero a pesar de todo esto en ocasiones, sea porque merece la pena asumir ciertos riesgos y aceptar la incertidumbre que conlleva, porque la recompensa esperada será mayor que la que ofrecía la rutina, o por nuestra salud mental y/o física, la motivación hacia el cambio nos pide paso.
Pero, ¿cuándo sabemos si estamos preparados o no para llevar a cabo modificaciones en nuestra vida?
Los psicólogos Prochaska y Diclemente analizaron el proceso de cambio de las personas y lograron concretar los estadios por los que pasamos las personas cuando queremos cambiar. Su modelo explicativo es conocido como Estadios Motivacionales, y se basa en qué grado de motivación tenemos para llevar o no a cabo un cambio. Este modelo, nos puede ayudar a tener una visión de en qué estadio estamos en nuestro proceso, conocernos mejor y asumir responsabilidades si nos lanzamos a por un nuevo objetivo.
¿Alguna vez os han aconsejado que vayáis al gimnasio, o que dejéis de fumar pero aunque os den razones de peso no os hace efecto? Pues esta es la primera fase diferenciada por estos dos psicólogos y hace referencia a cuando no tenemos intención real de cambiar un aspecto de nosotros cuando alguien nos aconseja modificar un hábito, o un aspecto propio. En ese momento no pensamos que haya ningún problema, solo que las personas de alrededor están equivocadas. A esta fase se le conoce como Precontemplación y en este momento, no estamos preparados para un cambio. Si accedemos a hacer alguna modificación, será por la presión del entorno, pero el cambio no será duradero ni exitoso. De todas formas, las propuestas de cambio si son beneficiosas para nosotros, deberíamos de agradecerlas y valorarlas, porque quizás gracias a ellas pasemos al segundo estadio.
La siguiente fase o estadio, que identificaron estos psicólogos, fue la Contemplación. En esta etapa ya reconocemos que tenemos un problema y estamos dispuestos a hacer algo, pero no sabemos cómo.
Si seguimos con la motivación suficiente para intentar solucionar el problema y cambiar, pasamos a la siguiente fase, Preparación para la Acción, en la que ya empezamos a hacer cambios a corto plazo que suelen ir acompañados de diferentes grados de ansiedad, pero aun así nos motivamos con los logros conseguidos. Aunque esta fase es muy frágil, ya que de no tener las herramientas adecuadas para llevar a cabo nuestro objetivo, podemos volver a la etapa anterior, la característica principal de la misma es la motivación tan alta que tenemos hacia el cambio, es la idónea para dejarnos ayudar por un profesional que pueda acompañarnos en el proceso, por ejemplo un psicólogo, un nutricionista, un entrenador personal…
Cuando ya llevamos entre uno y seis meses haciendo pequeños cambios, estaríamos en la fase de Acción que es una etapa que aunque es una aproximación real al cambio marcado como objetivo, debe perdurar en el tiempo y estabilizarse el cambio, como sucede ya en la fase de Mantenimiento, en la que nos aseguraríamos prevenir la aparición del hábito anterior.
Como te habrás dado cuenta tras la lectura de esta entrada, la motivación es la que nos empuja hacia el cambio y la que nos hace permanecer firmes en el camino, es la clave para cambiar. Si te has propuesto hacer algún cambio, te damos unas claves para que mantengas alta la motivación y vayas a por todas:
- Intenta emplear enunciados en positivo y desde el “Quiero” y no desde el “Tengo”.
- Define micro-metas alcanzables y planteadas en cortos espacios de tiempo.
- Haz visualizaciones del cambio o de los pasos para acercarnos a él.
- Toma los errores como aprendizaje y no como motivo de autocrítica.
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