Consecuencias en los hijos ante la separación conflictiva de los padres

La familia para los hijos es el núcleo donde se establecen los vínculos afectivos desde etapas más tempranas. Habituarme, los vínculos que se establecen con la familia de origen, tiene una repercusión que se reflejan a lo largo de toda la vida. La familia es un lugar donde los hijos establecen un vínculo afectivo dependiente que busca la supervivencia y un desarrollo adecuado. Además, la familia ofrece una fuente de apoyo emocional que necesitas para un crecimiento psicológicamente sano. El modelo que ofrece la familia es vital para proporcionarles la confianza y seguridad en si mismos que se va a reflejas durante el resto de su vida adulta. (Palacios y Rodrigo, 1998).

Los hijos de padres separados, es muy probable que sientan emociones negativas cuando ocurren cambios en su hogar. Hay que entender que para el niño, la relación de pareja entre sus padres es lo que forma el mundo que conocen, a pesar de no ser una situación de pareja ideal y aceptar que alguno de ellos dejará el hogar familiar puede conllevar en la sensación de abandono y tristeza profunda (Muñoz, Gómez y Santamaría, 2018).

Los elementos que pueden aparecen en estos niños son la culpa, la inseguridad, la depresión, la ansiedad por separación, la baja autoestima o inadaptación escolar, familia y social.  Las consecuencias de esto pueden arrastrar hasta la edad adulta (Seijo, Souto y Arce, 2009).

Esto no significa que la separación parental esta  irremediablemente ligada a estos factores o tiene consecuencias irreparables, pero es necesario trabajar con los menores para que la transición al nuevo modelo familiar sea lo más fácil posible para evitar consecuencias negativas a largo plazo. Lo que lleva  a estas consecuencias negativas es la manera de gestionar dicha separación o divorcio por parte de los adultos. A veces, se trata de evitar que los hijos entren en el conflicto entre los padres, otras no hay un conflicto significativo entre ambos y en otros casos se les involucra poniéndolos en el centro del problema, dejándolos vulnerables y desprotegidos.

Cuando ya había anteriormente un conflicto entre los padres, la separación no implica que los problemas se solucionen y por ello a veces agravan las hostilidades. En otras familias, puede ocurrir que no existían conflictos fuertes entre los progenitores pero el divorcio o la separación puede aflorar un conflicto a consecuencia de diversos factores como la manutención económica, la mala adaptación a la nueva situación, etc. En ambos casos, las consecuencias pueden llevar a una afectación en el bienestar emocional de los hijos (Amato, 1993).

Cuando la pareja está en una disputa continua el uno con el otro, entrando en un ciclo que involucra a tribunales, cargas económicas y luchas por las condiciones de las custodias, los niños que más sufren en estos procesos  son los que están sometidos a los conflictos parentales, especialmente si se les coloca en una posición central o de intermediario entre los padres. En estas disputas, la  instrumentalización de ellos, agrava el sufrimiento emocional en el niño (Amato y Keith, 1991).

Para los niños, los problemas derivados de estos conflictos parentales pueden manifestarse en forma de conflictos internos como depresión, insomnio, ansiedad, etc. y conflictos externos mediante la expresión de conductas problemáticas,  malas notas escolares, problemas con profesores, peleas etc. Además, algunos estudios han destacado que este conflicto es un predictor de inadaptación infantil en diversos áreas (escolar, emocional, social, académico, familiar), además de conllevar en una respuesta de estrés y ansiedad (Grych y Fincham, 1990) y en la falta de una adecuada regulación afectiva, especialmente los niños que son testigos de violencia intraparental (Lieberman y Van Horn, 1998). Estos efectos, habitualmente perduran hasta la adultez ya que se ha observado que puede llegar a tener afectación en la salud física derivados de disfunciones fisiológicas en respuesta al estrés (hipertensión, enfermedades coronarias y enfermedades infecciosas) (Markovitz y Matthews, 1991).

Referencias

Amato, P. (1993). Children’s adjustment to divorce: Theories, hypotheses, and empirical support. Journal of Marriage and the Family, 55, 23–28

Amato, P. R., & Keith, B. (1991). Parental divorce and the well-being of children: A meta-analysis. Psychological Bulletin, 110 (1), 26–46

Grych, J.H. & Fincham, F.D.(1990). Marital conflict and children’s adjustment: A congnitive-contextual framework. Psychological Bulletin, 108, 267-290

Lieberman, A.F. & Van Horn, P. (1998). Attachment, trauma and domestic violence. Implications for child custody. Child and adolescent psychiatric clinics of North America, 7 (2), 423-443.

Markovitz, J. H., & Matthews, K. A. (1991). Platelets and coronary heart disease: Potential physiologic reaction. Psychosomatic Medicine, 53, 643–668.

Palacios, J. y Rodrigo, M. J. (1998): La familia como contexto de desarrollo humano. Madrid, Alianza.

Seijo, D. Souto, A., y Arce, R. (2009). Separación y divorcio y su repercusión en la salud física y mental de los hijos. Actas do X Congresso Internacional Galego-Português de Psicopedagogia.

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