-¿Qué me llevó a ser psicólogo?
Aún recuerdo aquel inicio de 2o de bachillerato donde dirimí entre medicina y psicología, pero donde mi profe de Psicología en aquel entonces me hizo enamorarme por la comprensión del comportamiento humano. No, no hubiera sido psiquiatra sino neurólogo en el caso de haber estudiado medicina, y tenía claro que no quería una ciencia “artificial” y creada por el ser humano, sino una que comprendiera la esencia del ser humano en si. Y hay pocas en ese sentido que llenen tanto como la que tengo el privilegio de ejercer.
• ¿Qué áreas de mi profesión me gustan más?
Al contrario de lo que ha sucedido con muchos compañeros de carrera y Máster, yo tengo cada día más claro que mi área de intervención es en la etapa infanto-juvenil y en todo lo que ésta comparte con la intervención denominada como “clínica” y la neuropsicología, ambas. Creo que ambas disciplinas son indisolubles y yo, que he tenido el privilegio de formarme simultáneamente en ambas, no puedo dejar de ejercer la psicología entendiendo los trastornos y problemas e interviniendo desde el conocimiento que proveen ambas ramas. Eso es un imposible y un problema para algunos, pero para mí constituye todo un privilegio y un lujo que creo que debo aprovechar. Así, entender un Trastorno del Neurodesarrollo (TN) sólo desde la perspectiva del clínico, me parece completamente pobre por todo el componente cognitivo que tiene y sus derivaciones idiosincrásicas hacia problemáticas tan íntimas y personales; pero es que entenderlos desde la neuropsicología me hace centrarme y quedarme con la parte cognitiva, y precisamente todos sabemos que estos trastornos van mucho más allá. Por ello, mi tesis (aunque en demencias y deterioro cognitivo), aunaba ambas perspectivas en un intento de dibujar los perfiles neuropsicológicos y psicológicos de estas patologías; y por cierto, ha aportado mucho en cuanto a seguir trabajando y reivindicar protocolos que aúnen ambas perspectivas. Ahora, unos cuantos años después, los mejores en la materia se dan cuenta de algo que ya dije yo en su día: trabajar variables emocionales y de calidad de vida relacionada con la patología que padecemos provee de mayor mejora en estos trastornos que incluso la medicación (a solas) o la estimulación cognitiva. Tampoco era difícil llegar a ello si uno entiende cómo funcionan…
• ¿Con qué población suelo trabajar?
Alguien durante la carrera me dijo que mi planteamiento era erróneo, que no podía dedicarme a cosas tan dispares como hago, porque colaboro y trabajo en tantos sitios que abarco toda la población; pero de momento mi tozudez me hace seguir en muchos frentes, porque disfruto mucho con todo lo que hago. Bien es verdad que el 70 % de mi carga asistencial está enfocada a la población infanto-juvenil en el gabinete que dirijo (donde coordino un equipo multidisciplinar de 5 personas), pero el 30 % restante lo dedico a la docencia (este curso en el Grado de Criminología, curiosamente), a ensayos clínicos en demencias, a diagnósticos en TDAH adulto y a varios talleres de autoayuda para chavales y niños, además de algunos otros para padres de niños/chavales con TDAH, que llevo a cabo desde hace ya 7 años. Por eso no es raro verme dando ponencias este noviembre en 3 congresos muy diferentes: de psicología clínica general, otro de psicología infanto-juvenil y otro de envejecimiento y demencias. En cuanto a la investigación, sí que me centro más en Alzheimer y estoy dentro de un equipo de la Facultad de Medicina (de Neuroquímica y Neurodegeneración, habiendo sido considerados de tipo A por el Gobierno Vasco en 2017, la máxima consideración posible) donde estamos en vías de diseñar una nueva molécula con el fin de paliar la sintomatología de estas patologías.
• ¿En qué proyectos trabajo actualmente?
Acabo de terminar un libro titulado “Guía práctica de evaluación neuropsicológica en atención” junto a dos grandes compañeros y amigos, que he disfrutado muchísimo, pero que a su vez me ha requerido un año de dedicación intensiva (teniendo en cuenta el resto de mis ocupaciones). Pretende ser una guía para ayudar a padres, profesores, pacientes y resto de personas interesadas en el área con el fin de que puedan saber hacer un primer análisis de los problemas atencionales que se dan, con el fin de que los entiendan más (y se entiendan ellos también) y de cara a que las evaluaciones en esta área mejoren. Además (me pasa a menudo que intento ir más allá de lo que se pretende) y recoge fenómenos que van a condicionar cómo vemos la atención y cómo se va a medir en el futuro, como por ejemplo el aumento en el consumo de cannabis, la sociedad hiperconectada e hiperactivada en el que vivimos… Así que mis proyectos ahora se centran en intentar volcar lo que sé para ser útil al resto, de forma que en el horizonte hay ya una docena de congresos, cursos, ponencias y charlas de aquí a finales de curso. Y todo ello sin descuidar a mis niños/chavales y sus familias en consulta, que son la base desde la que pivoto siempre y que, como he dicho anteriormente, suponen una carga de trabajo importante teniendo en cuenta que exige trabajo con familias, con sus colegios y con ellos mismos, claro.
• ¿Cómo valoro la evolución del conocimiento en los TN en los últimos años?
Quizás no sea el más indicado para responder a esta pregunta, dado que llevo tan sólo 10 años en esta área. No obstante, ya que me lo pregunta, creo que vivimos dos disyuntivas importantes. Por un lado, terminar de dibujar” y constatar lo que son y que eso filtre en el conocimiento de manera categórica e incontestable. Desde ahí, tenemos que terminar de dibujar las líneas que separan el trastorno de una conducta y función normalizadas, y eso no es fácil, porque tenemos muchas presiones y fantasmas alrededor. De hecho, la segunda disyuntiva deviene precisamente de esto, del exceso de (mal) conocimiento sobre el tema, ya que psicólogos, políticos y entrenadores de fútbol somos todos, y quizás en alguna de estas tres debemos dejar a los que saben orientarnos de manera más influyente. Esta profesión debe estar lejos de la ideología y basarse en la evidencia científica, si queremos que se nos tenga por fin en cuenta de manera seria, y para eso (paradójicamente) debemos hacer mucha política y pedagogía interna. Repito, aquí hay muchos intereses en juego y una tendencia amarillista y laxa dirigida a publicar cualquier cosa con el fin de ganar notoriedad, y debemos (no sólo como comunidad científica, sino también como sociedad) hacer porque esto se revierta. En definitiva, sabemos más, pero al mismo tiempo existe más información sesgada. Paradójico…
• ¿Cómo mejorar el sistema educativo en la atención al alumnado con
necesidades específicas?
Hace un tiempo, voy viendo cómo ponemos el trastorno en el centro de la
cuestión, olvidándonos del paciente que lo padece, pero sobre todo el perfil de dificultades, problemáticas y disfunciones que le generan. Sabemos sobre el papel, que cada trastorno dota al alumno de unas características personales, pero cuando diseñamos el proceso de aprendizaje y las adaptaciones, vamos a un manual a que nos lo enseñe. Esto es como dar guantes de la talla M por definición a todo el mundo: por casualidad, a muchos les sentará bien; a muchos otros no les cabrá y se quedarán con las manos desnudas y otros tendrán que hacer malabares porque no se les salgan de las manos. Muchas veces, los profesores se pelean contra el sistema solos, en silencio y con mucho sufrimiento, y es precisamente el sistema quien debe reflexionar hacia dónde quiere ir en el futuro.
Un buen ejemplo lo tenemos en las “nuevas tecnologías”: no puede ser que casi en 2019 tengamos Chromebook y tablets en el aula, pero que lo único que diferencia a éstos de los libros convencionales sea el peso, ¡porque se funciona con libros en pdf dentro de ellos! Las nuevas tecnologías nos abren un abanico increíble en cuanto a capacidad de atraer al alumno, “manipular” los aprendizajes, que sean significativos (¡por fin!), pero nos estamos quedando en lo básico, así que poco a cambiado desde mi Primaria a la Primaria de ahora en cuanto a métodos de aprendizaje, pero mucho en cuanto al conocimiento de cómo se dan esos aprendizajes. Algún eslabón no está transmitiendo el cambio a la cadena…
• Mi experiencia con personas afectadas de TDAH. Problemas principales, cómo ayudar a sus familias…
Escucho casi cada semana la misma frase: “Aquellos que creen que el TDAH no existe, le invito a pasar un día cualquiera en mi casa”. Y es una frase que une a pacientes, familiares, allegados… ¡y profesores incluso! Así, la tónica general en el déficit de las familias y pacientes con TDAH es unánime: incomprensión por todas partes. Que si el TDAH no existe, que si son niños maleducados, que si no tiene derecho a adaptaciones, que si no llega el dinero para la auxiliar que se necesita, que si el diagnóstico te lo ha hecho un psicólogo y tiene que ser un neurólogo con una lista de espera de 6 meses… A las familias y pacientes les da igual la política, la psicología, la educación o el sistema sanitario: ¡quieren simplemente soluciones! Y a veces dependen del maravilloso tutor que les toca, del poco dinero que les sobra todos los meses y destinan a poder pagar un psicólogo o neuropsicólogo privado e incluso la medicación, del orientador del cole que ayude al tutor a diseñar las adaptaciones… ¡Fíjate que de circunstancias y personas tienen que alinearse (cual astros) para que todo fluya y puedan rendir de una manera normalizada (que no normal, porque los procesos siempre van a ser diferentes…). Creo que como sociedad (huelga decir que como profesionales) se lo debemos, cada uno con nuestro granito de arena y en nuestra medida…