EL TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA (TEA) EN LAS NIÑAS: ¿INFRADIAGNOSTICADO?

“El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por déficits persistentes en la comunicación e interacción social; además de por conductas estereotipadas e intereses restringidos. Estos síntomas suelen aparecer en el desarrollo temprano y suelen provocar dificultades significativas en la vida social y ocupacional de la persona con TEA” (García Primo et al., 2015).

Existe una gran variabilidad clínica de una persona a otra (a veces el trastorno cursa con discapacidad intelectual, otras veces tienen una gran afectación en el desarrollo del lenguaje…) y dentro de la misma persona también, ya que suele haber una gran variabilidad en la expresión e intensidad de los síntomas durante todo el ciclo vital (Martos-Pérez, et al., 2013).

El CDC (Centers for Disease Control and Prevention, 2008) informa que la prevalencia del TEA es del 1% y que esto es 5 veces más habitual en los hombres que en la mujeres, aunque se iguala al 2:1 en los casos severos donde existe discapacidad intelectual.



Existen diferentes factores a tener en cuenta para explicar las diferencias que existen en la prevalencia del Trastorno del Espectro Autista entre hombres y mujeres. Por una parte, existen diferencias de género en las manifestaciones sintomáticas del trastorno y por otra parte, las pruebas diseñadas para detectar y diagnosticar el trastorno han sido diseñadas mayormente con muestras de hombres (ya que la prevalencia es mayor), siendo así las pruebas de evaluación más precisas a la hora de diagnosticar a niños (Montagut Asunción et al., 2018).

Parece que las pruebas de evaluación son menos sensibles a los síntomas leves o complejos, y además a veces suelen estar fundamentadas en la información que se obtiene de los docentes y de los familiares; teniendo así, los sesgos culturales y de género una gran influencia en la interpretación de los síntomas de TEA en las niñas y mujeres (Montagut Asunción et al., 2018).

Como se ha mencionado, la presentación de los síntomas puede ser diferente en niñas y niños y esto hace que algunas mujeres o niñas con TEA pasen desapercibidas. Muchas de ellas suelen tener un buen comportamiento y se suelen mostrar tímidas, algo esperable socialmente haciendo que pasen desapercibidas ante docentes y clínicos. Muchas niñas, adolescentes y adultas con TEA suelen realizar un gran esfuerzo para camuflar conductas o síntomas, especialmente en los casos de alta capacidad cognitiva y por ello es muy importante conocer las particularidades de este trastorno en cuanto al género (Merino et al., 2018).

A veces las niñas pueden no mostrar conductas repetitivas o estereotipadas, ni tampoco intereses inusuales; pero que no observemos estas características tan propias del TEA no quiere decir que no estén presentes. Otras veces, estas características suelen ser diferentes comparadas con los varones. Por ejemplo, las conductas repetitivas y estereotipadas suelen ser menos marcadas y menos frecuentes en las niñas que en los niños (Merino et al., 2018).

Por otro lado, los niños suelen mostrar intereses especiales, excéntricos y llamativos mientras que las niñas suelen mostrar intereses especiales muy parecidos a sus iguales de desarrollo típico (cantantes de moda, por ejemplo) (Montagut Asunción et al., 2018).

En el caso de las niñas con capacidad cognitiva limitada, también suele haber un infradiagnóstico de TEA, ya que los síntomas se suelen confundir y se entienden como síntomas de otros trastornos/problemas (problemas de conducta, por ejemplo) (Montagut Asunción et al., 2018).

Por último, la edad es otro factor a tener en cuenta, ya que en la niñez suelen adaptarse socialmente a las demandas del entorno social, pero cuando llega la adolescencia y la edad adulta estas demandas del entorno social se hacen más difíciles de cumplir, poniendo en evidencia la existencia de los problemas o el trastorno (Montagut Asunción et al., 2018).

Teniendo en cuenta que una detección e intervención temprana mejoran la calidad de vida de las personas con TEA y de su entorno (Zwaigenbaum et al., 2015); es importante que durante los primeros años de vida se observe la conducta social en los contextos sociales, dando especial importancia a la intensidad de los intereses y que se creen pruebas de evaluación más específicas para poder dar solución a este problema (Merino et al., 2018).


REFERENCIAS:

García Primo, P., Posada de la Paz, Manuel, Martín Cilleros, M. V., Santos Borbujo, J., Bueno Carrera, G., y Canal Bedia, R. (2015). La detección e intervención tempranas en menores con trastorno del espectro autista.  Revista Española Sobre Discapacidad Intelectual, 46(2), 31-55.


Martos Pérez, J., y Llorente Comí, M. (2013). Tratamiento de los trastornos del espectro autista: unión entre la comprensión y la práctica basada en la evidencia. Revista De Neurología, 57(1), 185-191.

Merino, M., D’Agostino, C., de Sousa, V., Gutiérrez, A., Morales, P., Camba, O., Garrote, L. y Amat, C. (2018). Guía de buenas prácticas en niñas, adolescentes y mujeres con Trastorno del Espectro del Autismo. AETAPI. Asociación Española de Profesionales del Autismo.

Montagut Asunción, M., Más Romero, R. M., Fernández Andrés, M. I. y Pastor Cerezuela, G. (2018). Influencia del sesgo de género en el diagnóstico de trastorno de espectro autista: una revisión. Escritos de Psicología, 11, 42-54.

Zwaigenbaum, L., Bauman, M. L., Choueiri, R., Kasari, C., Carter, A., Granpeesheh, D., Mailloux, Z., Smith Roley, S., Wagner, S., Fein, D., Pierce, K., Buie, T., Davis, P. A., Newschaffer, C., Robins, D., Wetherby, A., Stone, W. L., Yirmiya, N., Estes, A., … Natowicz, M. R. (2015). Early Intervention for Children With Autism Spectrum Disorder Under 3 Years of Age: Recommendations for Practice and Research. Pediatrics, 136 Suppl 1, 60.

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