Todas las personas a lo largo de nuestra vida hemos vivido o viviremos un proceso de duelo. Vemos que el duelo es un proceso y no un estado concreto y el objetivo final de este es adaptarse y aprender a vivir con esa pérdida. Puede seguir un patrón general, pero no tiene por qué ser el mismo para todas, ya que depende de varios factores, como el tipo de vínculo, el sentido que se le da y los factores psicosociales y culturales (rituales, creencias, representaciones sociales…)(Serna y Estrada, 2013).
Es importante mencionar que el proceso no es lineal, es un recorrido con obstáculos, lleno de sentimientos de dolor ante la pérdida y es necesario sanarlos (Tizón, 2004). Por lo tanto, es un proceso que contiene dinámicas internas y personales, pero también rituales culturales relacionados con las creencias de la sociedad a la que se pertenece (Serna y Estrada, 2013).
¿Cómo se manifiesta el proceso de duelo?
El duelo impacta en los pensamientos, las emociones, el comportamiento, las relaciones y en las sensaciones físicas. Las reacciones más frecuentes en cuanto a los pensamientos son la confusión, la incredulidad, la preocupación y las rumiaciones. En cuanto a las emociones, aparecen las sensaciones de tristeza, miedo, soledad, inseguridad, ansiedad, ira, culpa, indefensión, impotencia, anhelo… Los comportamientos pueden referirse a aislamiento social, pérdida de apetito, dificultades para conciliar el sueño, falta de energía, conducta de búsqueda, visitar lugares o portar objetos del fallecido… Y las sensaciones físicas más comunes suelen ser opresión en garganta y pecho, falta de aire y energía, flaqueza muscular, boca seca… (Llácer, 2019).
Cada persona tendrá una variedad de síntomas no siendo necesario experimentar todas, y aunque así fuera, no podríamos hablar de una patología, es un proceso normal.
Variables que influyen en el proceso de duelo (Flórez, 2009)
- Intrapersonales. Las circunstancias personales que influyen en la elaboración del duelo.
- Antropológicas. Algunas pérdidas suelen tener procesos de duelo dolorosos y complejos, estos procesos se convierten aún más difíciles si la pérdida es contraria a la secuencia normal de la vida. Posiblemente, debido a la menor capacidad que tienen contención psicosocial e intrapersonal, en la infancia y el envejecimiento también es más difícil realizar el proceso.
- Acontecimientos de la pérdida. El proceso del duelo puede ser más o menos complejo dependiendo de las circunstancias en las que hemos perdido la persona, que tipo de pérdida supone para nosotros y que significado le damos a la pérdida. Por ejemplo, no ver al muerto o no tener la certeza de su muerte, la manera de recibir la noticia o las pérdidas inesperadas o prematuras pueden dificultar la elaboración.
- Psicosociales. Las creencias religiosas, las normas socioculturales sobre el duelo, las dinámicas sociales y los estresores a parte de la pérdida (pobreza, situación del entorno…) influyen en el proceso.
Por lo tanto, y centrándonos en la última de las variables, podemos decir que no se puede entender el duelo sin lo colectivo y lo comunitario. Es importante remarcar que la persona tiene un rol activo, es decir, es la protagonista de llevar a cabo el proceso y se ha de tener en cuenta que no es una experiencia individual, también es comunitaria.
Las ceremonias que se celebran marcan abiertamente varios instantes del proceso del duelo siendo parte de una cultura con sus tradiciones populares y protocolos religiosos (Serna y Estrada, 2013).
Proceso de duelo
Elizabeth Kubler-Ross es la creadora del enfoque más conocido y estudiado. Se divide en cuatro etapas que son 1) negación, 2) ira/negociación, 3) depresión y 4) aceptación. Este enfoque recibió muchas críticas porque la investigación ha demostrado que no es necesario pasar por todas las etapas y tampoco tienen que seguir ese orden concreto (Rico-Norman, 2017).
El enfoque de Parkes (1972) se centra en cuatro etapas 1) insensibilidad, 2) anhelo, 3) desintegración y 4) reestructuración del comportamiento. La principal crítica es que asume que los dolientes juegan un papel pasivo frente a la pérdida.
A la luz de las críticas, surge un tercer modelo que se centra en las tareas que debe realizar una persona que sufre una pérdida durante el proceso de duelo. Es decir, asume el papel activo de los dolientes. Es el modelo de Worden (2013) y se divide en cuatro tareas (Llácer, 2019).
1) Aceptar la realidad de la pérdida: Este paso lleva tiempo ya que implica una aceptación intelectual y emocional. Si bien se necesita tiempo para completar esta tarea, las ceremonias tradicionales ayudan a avanzar hacia la aceptación.
2) Cómo lidiar con las emociones y el dolor de la pérdida. El asesoramiento psicológico tiene como propósito ayudar a facilitar esta tarea para no arrastrar el dolor.
3) Adaptarse al entorno donde el difunto no está presente.
4) Reubicar emocionalmente al difunto y seguir adelante con su vida. Para muchas personas es la más difícil. Mediante el asesoramiento psicológico se puede realizar una psicoeducación acerca del proceso y recordarle a la gente que el duelo es un proceso largo y no lineal. En cierto sentido, termina cuando se recupera la esperanza, la satisfacción y el interés por la vida y se adapta a un nuevo papel.
Por lo tanto, podemos concluir que es un proceso normal, íntimo y a su vez público, que va ligado a la forma en que la persona se adapta a la pérdida desde sus procesos físicos, psicológicos y emocionales, en el que los factores socioculturales tendrán un papel básico. Mediante los factores socioculturales se crean formas particulares y comunitarias de vivir y asumir la pérdida y herramientas específicas para la elaboración del duelo, por lo tanto, cuando pretendemos estudiar el duelo es necesario que tengamos en cuenta los componentes colectivos y sociales que pueden facilitar o dificultar la aceptación de la muerte, contribuir a la expresión del sufrimiento y brindar o no consuelo (Serna y Estrada, 2013).
Referencias
Flórez, S. (2009). Duelo. Anales Del Sistema Sanitario De Navarra, 25, 77–85.
Llácer, L. A., Campos, M. R., Martín, P. B., y Marín, M. P. (2019). Modelos psicológicos del duelo: una revisión teórica. Calidad de vida y salud, 12(1).
Serna, J. A., y Estrada, A. M. (2013). El duelo como fenómeno psicosocial: una breve revisión teórica. Poiésis, (25).
Tizón, J. L. (2004) Perdida, pena, duelo: Vivencias, investigación y asistencia.Paidós