El curso vital de las familias suele evolucionar a través de unas etapas que se dan de manera universal. Existen diferencias culturales en cuanto al momento en que suelen darse estas etapas y las estrategias empleadas para afrontarlas, pero suelen ser normativas en las diferentes culturas a pesar de estas diferencias. Existen unos hechos comunes en la evolución familiar que suelen ser: el nacimientos y crianza de los hijos, la partida de estos del hogar y la muerte de algún miembro, todos estos hechos suponen cambios profundos en los roles y reglas del sistema familiar. Es importante que durante estos hechos los miembros familiares desplieguen habilidades adecuadas de comunicación y negociación con el fin de adaptarse a los cambios evolutivos.
Cuando los jóvenes se emancipan los padres deben retomar su relación como pareja, que ha estado mediada por la crianza de los hijos durante muchos años. Además, esta nueva fase, que es cada vez más tardía, suele coincidir con la jubilación, la menopausia y en ocasiones con la enfermedad o muerte de seres queridos o incluso con la suya propia.
Cuando los hijos deciden abandonar el hogar e independizarse, estos dejan una gran ausencia en el hogar familiar y los padres pueden sufrir entonces lo que se conoce como síndrome del nido vacío. El síndrome del nido vacío, aunque carece de entidad diagnostica, es un fenómeno que reúne sentimientos predominantemente de tristeza, perdida y soledad. A pesar de que esta transición involucra tanto a padres como a madres, tradicionalmente es un síndrome que se ha relacionado especialmente con las mujeres, debido al rol de cuidadora principal de los hijos que la mujer ha llevado a cabo a lo largo de los años. Hay madres que viven el nido vacío, como un vacío en su identidad, por no haber construido otros espacios en sus vidas y no haber desarrollado otras situaciones personales. No obstante, las funciones que desempeñan actualmente hombres y mujeres con respecto al cuidado de los hijos tienden a igualarse, por lo que la incidencia es cada vez más similar en hombres y mujeres.
El síndrome del nido vacío, es caracterizado por una serie de síntomas como sentimientos de tristeza profunda, soledad, vacío, desmotivación, nostalgia, episodios recurrentes de llanto, quejas somáticas, problemas para dormir… si estos síntomas se prolongasen en el tiempo de manera acusada y supusieran una interferencia en la vida de alguno de los progenitores, sería importante consultarlo con un profesional, con el fin de prevenir o tratar posibles trastornos. Este cambio vital, que es el abandono del hogar por parte de los hijos, puede afectar de manera significativa a la pareja que se ha dedicado casi en exclusiva y durante un largo periodo de tiempo a ser padres, olvidándose de ser pareja. Esto puede hacer que ese momento emerjan problemas de relación anteriormente ocultos por la dedicación al cuidado de los hijos. Esto, además, puedo verse agravado si conjuntamente con el abandono del hogar de los hijos se suceden situaciones como la jubilación, que implica gran cantidad de tiempo libre o si coincide con la menopausia de la madre, que da lugar a importantes cambios hormonales.
Desde una perspectiva más optimista, hay parejas que afrontan este abandono de los hijos del hogar, como una nueva oportunidad para reencontrase con sus parejas, producto de la libertad e independencia que aporta el alejamiento de los hijos. Además, es importante, con el fin de prevenir estas dificultades, que los padres cuiden su relación de pareja y para ello es fundamental ir reencontrándose al ritmo en que sus hijos van adquiriendo cada vez mayor autonomía. Ambos progenitores deben, al mismo tiempo, desarrollar hobbies e intereses tanto de pareja como de manera individual. Y por último puede ayudar, a que este proceso sea menos doloroso, que la marcha de los hijos se dé de manera progresiva y que no coincida con algún momento de duelo en la familia.