La adolescencia es la etapa de transición hacia la adultez donde se dan importantes cambios físicos, cognitivos y emocionales. Esas afectan en las relaciones que van a tener con sus padres y sus iguales. Un nivel de conflicto normal no tiene por qué indicar que las relaciones de apego entre padres y adolescentes están dañadas ya que los cambios se dan de forma progresiva y pausada (Collins, 1990).La adolescencia tiene papel esencial en el desarrollo ya que lleva a que dentro del sistema familiar haya más variedades de opinión y se aprende a resolver conflictos derivados de estas situaciones (Motrico, Fuentes y Bersabé, 2001). A pesar de que se considera esta etapa una fuente de conflictos familiares, hay que destacar que muchas familias siguen manteniendo un buen clima en sus relaciones familiares, es decir, pueden permanecer en el hogar familiar hasta casi la edad adulta, piensan de forma similar a sus progenitores n muchos aspectos y se sienten muy satisfechos en las relaciones con ellos (Palacios, Hidalgo y Moreno, 1998).
En esta etapa se manifiestan muchas de las dificultades o problemas que se arrastran desde la infancia y (Collins, 1990). Las investigaciones muestran que el 60% de los adolescentes tienen relaciones armoniosas con sus padres, el 20% experimenta problemas de forma intermitente a lo largo de la adolescencia y el otro 20% presenta problemas estables en el tiempo en las relaciones familiares (Montemayor, 1984). Los puntos que crean discrepancias son muy variados. Vemos que el origen de las discusiones son aspectos como los horarios, los hábitos, el uso del dinero o el movil, el lenguaje, el consumo de alcohol u otras sustancias, la responsabilidad en las tareas del hogar o en al ámbito académico, etc. (Noller, 1994).
McGurk (1989) analizó las discrepancias en la percepción de los conflictos entre los adolescentes y sus padres y estableció que hay una alta coincidencia entre padres e hijos/as respecto a la percepción de la cantidad y naturaleza de los temas que producen conflictos. Se percibe menos conflictividad cuando los adolescentes son más mayores, y, además, hay un alto grado de precisión entre las representaciones de los padres y los adolescentes. Otro aspecto relevante es el hecho de que tanto los padres como los adolescentes creen que el otro conoce mejor de lo que en realidad lo hacen el propio punto de vista ante los conflictos. Es interesante como, por otro lado, las relaciones de los padres con las chicas normalmente no llegan a ser tan tensas como las relaciones entre las madres y los adolescentes chicos (Steinberg, 1990). Esto último puede deberse a que el vínculo afectivo es más intensa con la madres y los hijos/as ya que tradicionalmente son quienes se han dedicado más tempo a la crianza de ellos (Collins y Russell, 1991).
En relación a las atribuciones, por un lado, Rodrigo, Máiquez, Padrón y García (2009) en un estudio sobre las atribuciones en los conflictos, encontraron que, en general, la madre, el padre y los hijos, hacen una atribución externa, estable e incontrolable ante los problemas. Los conflictos son vividos como un fracaso y de esta manera se busca la explicación del conflicto fuera de ellos y, por ello, se crea una percepción de falta de control. Los progenitores son los que menos se atribuyen la causa del conflicto y percibiéndolo como más incontrolable. Las madres atribuyen más hostilidad y conflictividad en el hogar comparado con el padre, ya considera que el/la adolescente ya tiene las capacidades o herramientas necesarias para controlar su comportamiento y no los usa. En cambio, Miller (1995) explica otra posición ante los conflictos y establece que habitualmente, las madres se atribuyen un locus interno en el comportamiento de los hijos pequeños, es decir, creen que en sus manos está cambiar el comportamiento del hijo/a, mientras que los padres tienden más al locus externo.
Kahlbaugh y Haviland (1994), observaron que hay un aumento del rechazo hacia los padres en la adolescencia temprana (11 a 13 años), dándose un cambio en las relaciones con los padres hacia una mayor independencia. A su vez, muestran conductas de unión hacia sus iguales lo cual favorece la seguridad de sentirse apoyado por otros, que refuerzan su necesidad de independencia (Grotevant y Cooper, 1986). También encontraron que los adolescentes chicos entre 14 y 16 años manifiestan menor cantidad de conductas de acercamiento hacia sus padres que las hijas de esta edad, siendo esto un periodo de mayor conflictividad. Por el contrario, en el periodo de 11 a 13 años, las hijas muestran un mayor rechazo hacia las conductas de acercamiento, siendo una edad más conflictiva especialmente en familias con adolescentes mujeres.
Perez y Aguilar (2009), recogieron los resultados obtenidos en distintos estudios sobre las variables que median en la aparición de conflictos. Por un lado, la estructura familiar, donde se incluyen la flexibilidad y la cohesión afectiva, importante para la comunicación familiar. Esto significa que, a mayor flexibilidad, mayor comunicación habrá (Fallon y Bowles, 1997). El estilo comunicativo es otra variable, ya que los estilos comunicativos positivos, a diferencia de los negativos, facilitan la resolución de los conflictos interpersonales (Sánchez y Díaz, 2003). La relación marital es otra cuestión muy importante. La insatisfacción en la relación entre los padres, puede causar que interactúen negativamente con sus hijos, generando angustia y hostilidad, repitiendo esta conducta los hijos/as en la interacción con sus padres o sus iguales (Gottman y Katz, 1989).
Referencias
Collins, W.A. (1990). Parent-child relationships in the transition to adolescence: continuity and change in interaction, affect, and cognition. From childhood to adolescence: a transitional period? California: SAGE
Collins, W.A. y Russell, G. (1991). Mother-child and father-child relationships in middle childhood and adolescence: a developmental analysis. Developmental Review, 11, 99-136.
Del Valle, A.I. (1994). Vida cotidiana y relaciones sociales. Jóvenes españoles 94. Madrid: Fundación Santamaría.
Fallon, B.J. y Bowles, M. (1997). The effect of family structure and family functioning on adolescents perceptions of intimate time spent with parents, siblings, and peers. Journal of Youth and Adolescence, 26(1), 25-43.
Gottman, J.M. y Katz, L.F. (1989). Effects of marital discord on young children’s peer interaction and health. Developmental Psychology, 25(3), 373-381.
Grotevant, H. y Cooper, C. (1986). Exploration as a predictor of congruence in adolescents’ career choices. Journal of Vocational Behavior, 29 (2), 201-215.
Kahlbaugh, P. E., & Haviland, J. M. (1994). Nonverbal communication between parents and adolescents: A study of approach and avoidance behaviors. Journal of Nonverbal Behavior, 18(1), 91-113.
McGurk, H. (1989). Parent-adolescent conflict: all in the mind?. Informe de investigación no publicado.
Miller, S. (1995). Parents’ attributions for their children’s behavior. Child Development, 66, 1557-1584.
Montemayor, R. (1984. Personal relationships during adolescence. California: SAGE publications.
Motrico, E., Fuentes, M.J.y Bersabé, R. (2001). Discrepancias en la percepción de los conflictos entre padres e hijos/as a lo largo de la adolescencia. Anales de psicología, 17(1), 1-27.
Noller, P. (1994). Relationships with parents in adolescence: process and outcome. California: SAGE publications
Palacios, J. Hidalgo M.V. y Moreno, M.C. (1998). Familia y vida cotidiana. Familia y desarrollo humano. Madrid: Alianza
Perez, M. y Aguilar, J. (2009).Relaciones del conflicto padres-adolescentes con la flexibilidad familiar, comunicación y satisfacción marital. Psicología y Salud, 19 (1), 111-120,
Rodrigo. M.J, Máiquez, M.L, Iván Padrón, I. y García, M. (2009). Por qué y con qué intención lo hizo? Atribuciones de los padres y adolescentes en los conflictos familiares. Psicothema, 21 (2), 268-273
Sánchez A., R. y Díaz-Loving, R. (2003). Patrones y estilos comunicativos de la pareja. Diseño de un inventario. Anales de Psicología, 19(2), 257-277
Steinberg, L. (1990). Independence in the family: autonomy, conflict, and harmony in the parent-adolescent relationship. At the threshold: the developing adolescent . Cambridge, MA: Harvard University Press.
Es cierto lo que he leído, mi hijo tiene 13 años y está pasando una etapa bastante complicada mostrando un auténtico rechazo hacía nosotros, espero que pase pronto porque es bastante difícil. Gracias