Abuso sexual infantil (parte I)

Hoy escribo sobre un tema incómodo, doloroso, que solo leyéndolo provoca una variedad de emociones desagradables que muchas veces nos impulsan a cerrar el ordenador o a abrir cualquier otra aplicación que nos entretenga y en la que el contenido sea más amable. Sin embargo, no hablar de ello no hace que desaparezca, más bien todo lo contrario, lo perpetúa y agrava la situación y las consecuencias en los menores que lo sufren, lo han sufrido o lo sufrirán. Por eso te invito a que superes el rechazo o el dolor inicial que este tema te puede provocar y conozcas un poco mejor de qué se trata y cuáles son las señales de alarma que nos pueden ayudar a identificar que un menor está sufriendo este tipo de abusos.

 

¿Qué entendemos por abuso sexual infantil?

 

El abuso sexual infantil es un tipo de maltrato hacia los niños/as y adolescentes por parte de una persona que se vale de su superioridad (física, de estatus, nivel intelectual, edad…) y su posición para obligar/coaccionar/engañar, al menor a llevar a cabo u observar conductas sexuales inapropiadas para su edad o nivel de desarrollo.

Se trata de una realidad mucho más común de lo que pensamos (se estima que uno de cada cinco ninos/as en Europa puede ser víctima de alguna forma de violencia sexual antes de cumplir los 18 años) de la que como sociedad nos debemos concienciar, y que es necesario visibilizar para que todos y todas nos podamos corresponsabilizar en materia de protección de niños/as y adolescentes.

Características

  • Lo realiza una persona con una posición de poder (una persona adulta u otro menor, con ventaja sobre la víctima por edad, dimensión, madurez intelectual…)
  • El menor es utilizado como objeto de gratificación sexual
  • Los menores pueden tener sentimientos ambivalentes respecto al abuso sexual (normalmente confían en la persona que lo perpetra, de hecho en un alto porcentaje de casos se trata de personas de su familia o de su círculo más cercano, que les manipulan y chantajean para poder seguir cometiendo los abusos sin ser descubiertos)
  • No siempre se dan cuenta de que lo que están experimentado es un abuso. Hay que tener en cuenta que las personas abusadoras son consideradas como buenas personas, cariñosas, preocupadas por el bienestar del menor. Eso les ayuda a construir relaciones más cercanas con ellos sin levantar sospechas
  • Se puede sufrir abuso sexual infantil sin contacto físico


Señales de alarma:

  • Conocimientos, comportamientos, expresiones verbales o gráficas inapropiadas para la edad o nivel de desarrollo del/de la menor.
  • Cambios de comportamiento 
  • Cambios en el sueño, pesadillas…
  • Cambios en su higiene personal (se lava en exceso o existe una dejadez que antes no se daba)
  • Alteraciones de la conducta alimentaria (exceso o falta de apetito)
  • Cambios en el rendimiento académico (respecto a cursos o trimestres anteriores)
  • Verbalizaciones sobre un nuevo amigo mayor
  • Dice que tiene un secreto que comparte con un adulto y que no puede contar
  • Señales físicas de abuso
  • Miedo que antes no tenía a algunas personas, lugares…
  • Excesiva respuesta al contacto físico (respuesta de sobresalto)
  • Somatizaciones

Cabe señalar que no todas los menores manifiestan estas señales y que estas señales no son específicas de esta problemática, pueden deberse a múltiples factores. Es necesario que estas señales sean detectadas y tomadas en cuenta dentro de un contexto y de forma individualizada. Es nuestro deber informarnos de si existen otras circunstancias familiares o personales que puedan estar detrás de estos cambios. Sin embargo, ante la duda, lo que siempre ha de primar es la protección y el bienestar del/ de la menor, y por ello, ante la menor sospecha, conviene poner en marcha medidas y estrategias protectoras que aseguren la protección y el bienestar del/la menor.

 

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