La compra masiva de papel higiénico no deja de ser un mecanismo natural de acopio ante una situación de amenaza
Hace algunas semanas, Ana G. Zaratiegui, alumna del Máster de Periodismo de El Correo, contactó con nuestro director, Iban Onandia, para hacer un artículo en torno a la pandemia que estamos viviendo y cómo la sociedad lo está viviendo, reacciones, etc. Hemos querido hacernos eco de su trabajo, donde también hace referencia a las necesidades de ciertos niños, debate tan vigente y necesario estos días. Esperamos que, cuanto menos, os haga reflexionar.
“El hombre es un lobo para el hombre”. Esta expresión, popularizada por el filósofo Thomas Hobbes para referirse al egoísmo humano, podría resumir la situación actual. La incertidumbre y la histeria colectiva que hemos vivido estos días se sintetiza en cuatro palabras: miedo a nosotros mismos. Así lo explica Iban Onandia, neuropsicólogo clínico y doctor en Psicología clínica y de la salud: “Influye mucho que seamos nosotros mismos el peligro, los que contagiamos. Como seres sociales necesitamos el vínculo con los demás y vernos como amenaza supone un miedo mayor,”. Además, las personas empiezan a entender que son incapaces de modificar la situación mediante sus conductas. Es la llamada indefensión aprendida: “Independientemente de lo que vayas a hacer no sabes cuándo va a tocar un castigo o un refuerzo y esto genera incertidumbre”.
El Covid- 19 ha desatado todo tipo de comportamientos irracionales. Los supermercados han recibido cantidades ingentes de clientes e incluso ha habido desabastecimiento de algunos productos. El papel higiénico, un bien que a priori no es de primera necesidad, ha sido el protagonista de esta crisis sanitaria. Los especialistas aseguran que este tipo de comportamientos responden a mecanismos programados en nuestros genes: “Ante la previsión de un desastre o de que nuestra existencia corre peligro hacemos acopio de energía, grasas y todo aquello que pueda servirnos para un medio y largo plazo”, explica Onandia. Esto también ocurre a nivel humano y compramos cosas que creemos que necesitaremos: “El papel higiénico es una muestra de ello y en cuanto vemos a varias personas comprar varios paquetes tenemos la sensación de que lo necesitaremos”.
Esta necesidad de resguardo y de protegernos también puede tener efectos en nuestra salud: “No sería raro que cuando esto acabe viéramos gente que haya tenido atracones o incluso que haya una mayor obesidad porque tendemos a minimizar los riesgos a base de comer”. La ansiedad es otro de los grandes protagonistas en estos periodos de confinamiento. Esto unido al distanciamiento social podría provocar efectos incluso en los dos o tres primeros días: “Ya vemos en las redes sociales cómo algunas personas ya están desesperadas y presas de la ansiedad”.
Hay fenómenos muy claros de cómo la cuarentena está incidiendo en situaciones vulnerables como la violencia de género. En estos días ya ha habido casos de mujeres asesinadas por sus parejas incluso delante de los niños: “Son situaciones previas negativas con mucha ansiedad que a poco que se modifiquen los estados de salud mental más sanos saltan enseguida”. Iban Onandia cree que en la cuarentena se podrán dar más efectos negativos que no saldrán en los medios de comunicación para no crear alarma. “Son fenómenos que quizás podremos medir cuando todo esto pase”.
La ansiedad, una mayor vulnerabilidad psicológica y física son los efectos que más impacto tendrán. El confinamiento podría precipitar patologías o trastornos mentales silentes: “La cuarentena supone una merma de la salud mental y vamos a tener todo tipo de trastornos que quizás no se hubieran mostrado en condiciones normales”.
Los niños reaccionan de una manera muy diferente a los adultos: “Nosotros nos comportamos de una manera mucho más aprendida, ellos no tienen tanto repertorio, pero yo creo que son más capaces de adaptarse a la situación”. Aquellos más vulnerables con TEA (Trastorno del Espectro Autista) u otro tipo de trastornos de la conducta tiene menos recursos para gestionar la situación: “Pueden tener muchísimos problemas y esto se materializa muy a menudo en forma de conducta o pensamientos inadecuados”. En casos de confinamiento más largo y si las familias no estimulan a los niños adecuadamente podrían darse efectos más graves: “Si tienen una deprivación sensorial muy alta podrían desarrollar cambios a nivel evolutivo como orinarse o hacerse sus necesidades encima”.
Consejos para sobrellevar la cuarentena
Los psicólogos aseguran que es esencial mantener una rutina, no muy estricta, que tenga variedad de actividades cognitivas, psicológicas y físicas. Además, una alimentación saludable es clave para que no aparezcan efectos psicológicos.
“Es prioritario mantenernos socialmente activos y conectados a través de las redes sociales ahora que podemos”, apunta Onandia. Sumarse a las iniciativas solidarias diarias como aplaudir puede tener efectos positivos: “Es fundamental que no pensemos en el final porque no hay fecha y esto genera ansiedad innecesaria. Es importante salir a la ventana y ver cómo nuestros vecinos también están confinados y tienen los mismo miedos y sensaciones negativas”.
Hola,
Aunque el artículo es divulgativo, creo que podía haber profundizado un poco más. El tema lo merece. De todos modos,valoro positivamente la información aportada.
Dos observaciones:
1. La indefensión aprendida: me gustaría referirla a mí sector laboral, la enseñanza: fui educado según criterios meritocráticos, pero al ingresar como docente en este sector laboral acusadamente endogámico, me percaté de que, con demasiada frecuencia, el talento, el esfuerzo, etc., por si solos, no te garantizan nada. (Estas circunstancias se acentuan, por ejemplo, en los contratos de sustitución.) En otras palabras, trabajar bien a menudo es irrelevante si se carece del contacto adecuado.
2. La cita de Hobbes quizás es excesivamente dramática: con el apotegma «Homo homini lupus est» el filósofo inglés expresó su pesimismo antropológico: se refería al carácter depredador y violento del ser humano en un estado de naturaleza, es decir, en un contexto de anarquía o desgobierno. (El propio Hobbes vivió la guerra civil inglesa y fue testigo de las atrocidades cometidas.) Obviamente, el estado de emergencia decretado por el gobierno no es tan extremo.
Gracias por vuestra atención.
Miquel Isart
Profesor de filosofía y humanidades