Los trastornos de la conducta alimentaria han ido evolucionando durante la historia habiendo sido las explicaciones y semiología de estas muy diversas, por ejemplo, la etapa entre el siglo VI al XVI serían los pacientes quienes rechazarían los alimentos para dejar de ser atractivas y estar más cerca de dios. Más adelante, se describiría el cuadro de anorexia como un cuadro que relacionaba la tristeza y la preocupación excesiva, denominándolo consunción nerviosa. La última etapa, desde el siglo XIX hasta la actualidad, ha habido una eclosión en los diagnósticos y tratamientos referentes a estos trastornos, pasando de ser caracterizados como cuadros históricos desde la perspectiva psicodinámica hasta llegar a los modelos explicativos cognitivo-conductuales de hoy en día. Los trastornos de la conducta alimentaria son trastornos que ponen en peligro la salud y la vida de las personas que lo padecen, además, su impacto se ha visto incrementado tanto en incidencia como en prevalencia en el marco social occidental dado que en los últimos años la cantidad de personas que presentan algún trastorno de este tipo ha incrementado
Por otro lado, la terapia dialectico conductual originalmente diseñada para el trastorno límite de la personalidad por Marsha Linehan, terapia perteneciente a la ola de terapias de tercera generación, está mostrando ser eficaz para los trastornos en los que la base de estos es la incapacidad de regulación emocional, entre ellos los trastornos de la conducta alimentaria. La teoría de Linehan para explicar las conductas mal adaptativas de las personas con TLP es que estas son intentos de regular sus emociones. Adaptando esa teoría a las conductas de los trastornos alimentarios, estas conductas se podrían conceptualizar como intentos por parte de los individuos para mitigar esas emociones que sienten cuando no tienen capacidad para la regulación emocional y percibir que tienen control sobre ellas. Fairburn decía que en vez de aceptar los cambios del estado de ánimo y gestionarlos de una manera apropiada, las personas con trastornos de la conducta alimentaria utilizarían conductas disfuncionales para la modulación del estado de ánimo, como son las restricciones, atracones o conductas compensatorias. Por lo tanto, una reducida capacidad de regulación emocional sobre el estado de ánimo y las cogniciones asociadas serían el resultado de los comportamientos disfuncionales.
Por eso, una terapia como la terapia dialéctico conductual, que tiene como uno de los objetivos el aprender a gestionar esos estados de ánimo que estas personas no toleran bien y que no saben cómo hacerles frente, sería una buena alternativa para tratar esa incapacidad para regular emociones lo que tendría consecuencias positivas como la desaparición o disminución de las conductas que disparan y mantienen los trastornos de la conducta alimentaria. La terapia dialéctico conductual trabaja la regulación emocional por medio de:
- Centrarse en el presente
- Flexibilidad cognitiva
- identificación de los patrones emocionales que se dan antes de la conducta problemática
- Tolerancia a las emociones y sensaciones corporales
- Exposición a las emociones