En las últimas décadas hemos visto un envejecimiento de la población, que acarrea un aumento de enfermedades crónicas, por ejemplo, el deterioro cognitivo. Se prevé que las personas con demencia pasen de 47 millones en 2015 a 130 millones en 2050 (Garre-Olmo, 2018). Dentro de este grupo, la más prevalente es la Enfermedad de Alzheimer (EA), al que llegan a atribuirle el 65-75% de los casos de deterioro cognitivo (Contador Castillo et al., 2020). Aun así, este porcentaje tan alto puede explicarse por demencias mixtas o con patologías comórbidas (Agrawal et al., 2021), o incluso infradiagnosticando otras demencias. Entre ellas se encuentra una condición menos conocida pero importante: la encefalopatía TDP-43 relacionada con la edad de predominio límbico o demencia LATE.
¿Qué es la demencia LATE?
LATE fue reconocida como nueva entidad clínica en el año 2019 (Nelson et al., 2019). Se considera que hasta un 20% de sujetos por encima de los 85 años podría padecer LATE de manera aislada (Nelson et al., 2019), o de manera comórbida con otros trastornos neurocognitivos, como pueden ser, la demencia de Cuerpos Lewy, la EA o la demencia vascular (Tazwar et al., 2022).
La LATE es una proteinopatía, es decir, una acumulación incorrecta de proteínas. En este caso la proteína TDP-43 no se pliega de manera adecuada, formando “inclusiones” que se acumulan en ciertas áreas del cerebro, mayormente en el lóbulo temporal medial. Estas inclusiones afectan a funciones cognitivas, de manera altamente similar a la EA, aunque con ciertas diferencias.
DIFERENCIAS ENTRE LA LATE Y LA EA
Aunque LATE y EA comparten algunos síntomas, también existen diferencias claves. En la LATE, los déficits están circunscritos a la memoria, mayormente a la episódica (es decir, la memoria de las experiencias y los eventos propios) (Tazwar et al., 2022), mientras que EA encontramos más déficits (por ejemplo, incapacidad de denominación o anomia, la incapacidad de reconocer un objeto por los sentidos o agnosia, entre otros). Debido a estos síntomas circunscritos, las personas con LATE presentan un mejor funcionamiento cognitivo general (Butler Pagnotti et al., 2023; Kapasi et al., 2020).
Otra diferencia notable radica en la evolución de ambas enfermedades. La EA avanza a un ritmo dos veces más rápido que LATE (Kapasi et al., 2020). Además, aunque ambas afectan a estructuras cerebrales como la amígdala, el giro frontal medio y el hipocampo, el daño es diferente. La EA comienza afectando al lóbulo temporal y el hipocampo y con el tiempo va dañando muchas otras áreas, mientras que LATE inicia en la amígdala y se extiende al hipocampo y luego al giro frontal medio.
Cabe destacar que cuando ambas enfermedades coexisten, la demencia tiende a ser más severa y existe un deterioro a ritmo acelerado, el doble de rápido que la EA por sí sola (Butler Pagnotti et al., 2023; Kapasi et al., 2020).
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
En la actualidad, no existen biomarcadores que nos den certezas sobre la presencia de la LATE. Actualmente, se sospecha de LATE cuando una persona es muy mayor, presenta principalmente un deterioro cognitivo en el dominio de la memoria y en caso de realizarse pruebas de neuroimagen, estas no presentan biomarcadores positivos en las proteínas TAU ni B-Amiloide, que indicarían EA, pero existe neurodegeneración inespecífica. El diagnóstico certero únicamente es posible post-mortem.
Esto representa un desafío en la atención de personas mayores, ya que la posibilidad de diagnóstico preciso podría orientar a los profesionales hacia la investigación e implementación de tratamientos más personalizados y potencialmente efectivos. No hay un tratamiento bien establecido para la LATE, pero sabemos que su mecanismo es diferente a la de la EA y esto puede explicar por qué existen personas resistentes a los tratamientos farmacológicos que se creían adecuados para demencias tipo Alzheimer.
Teniendo en cuenta el envejecimiento poblacional y el consecuente aumento de casos de demencia que se plantean, podemos observar retos significativos para la salud pública. La LATE, aunque sea menos conocida que la EA, afecta a una proporción significativa de personas mayores. Identificar y diferenciar correctamente las demencias resulta fundamental para ofrecer a los pacientes una atención más precisa y adecuada a sus necesidades, especialmente en cuanto a manejo de síntomas y opciones terapéuticas.
Para lograr una detección adecuada de la LATE y posibles comorbilidades, el desarrollo de biomarcadores específicos y criterios diagnósticos unificados podría reducir el infradiagnóstico y permitir intervenciones más personalizadas. Detectar la coexistencia de LATE y EA es importante, ya que estas combinaciones agravan los síntomas y aceleran el deterioro. A medida que se identifiquen estos patrones y se comprenda mejor la interacción entre diferentes enfermedades neurodegenerativas, la atención geriátrica podría optimizarse, contribuyendo no solo a mejorar la calidad de vida de los pacientes, si no también mitigar el impacto de las demencias en la salud pública.
BIBLIOGRAFÍA:
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Butler Pagnotti, R.M, Pudumjee, S.B., Cross, C.L. y Miller, J.B. (2023). Cognitive and Clinical Characteristics of Patients with Limbic-Predominant Age-Related TDP-43 Encephalopathy. Neurology, 100(19), e2027-2035. https://doi.org/10.1212/WNL.00000000002071
Contador Castillo, I., Fernández-Calvo, B., Ramos Campos, F. y Bermejo-Pareja, F. (2020). Los trastornos neurocognitivos. En A. Belloch, B. Sandín, F. Ramos (Coord.), Manual de Psicopatología (Vol. II, pp. 523-552). Mc Graw Hill.
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Kapasi, A., Lei, Y., Boyle, P.A., Barnes, L.L., Benett, D.A. y Schneider, J.L. (2020). Limbic-predominant age-related TDP-43 encephalopathy, ADNC pathology, and cognitive decline in aging. Neurology, 95(14), e1951-e1962. https://doi.org/10.1212/WNL.0000000000010454
Nelson, P.T., Dickson, D.W., Trojanowski, J.Q., Jack, C.R., Boyle, P.A., Arfanakis, K., Rademakers, R., Alafuzoff, I., Attems, J., Brayne, C., Coyle-Gilchrist, I.T.S, Chui, H.C., Fardo, D.W., Flanagan, M.E., Halliday, G., Hokkanen, S.R.K., Hunter, S., Jicha, G.A., Katsumata, Y., Kawas, C.H., Keene, C.D., Kovacs, G.G., Kukull, W.A., Levey, A.I., Makkinejad, N., Montine, T.J., Murayama, S., Murray, M.E., Nag, S., Rissman, R.A., Seeley, W.W., Sperling, R.A., White III, C.L., Yu, L. y Schneider, J.A. (2019). Limbic-predominant age-related TDP-43 encephalopathy (LATE): consensus working group report. Brain, 142(6), 1503-1527. https://doi.org/10.1093/brain/awz099
Tazwar, M., Evia, A.M., Tamhane, A.A., Ridwan, A.R., Leurgans, S.E., Bennett, D.A., Schneider, J.A., Arfanakis, K. (2022). Limbic-predominant age-related TDP-43 encephalopathy neuropathological change (LATE-NC) is associated with lower R2 relaxation rate: an ex-vivo MRI and pathology investigation. Neurobiology of Aging, 117, 128-138. https://doi.org/10.1016/j.neurobiolaging.2022.05.00