La paradoja del perfeccionismo, ¿virtud o defecto?

Actualmente vivimos en un mundo exigente, en el que habitualmente se nos demanda ofrecer lo mejor de nosotros mismos. Este elevado nivel de exigencia puede provenir de o afectar a diferentes áreas de nuestra vida como la académica, la laboral, la familiar o incluso la social. En ocasiones, estos altos niveles de exigencia pueden desembocar en la búsqueda de la perfección, la cual puede asociarse a la consecución de aquellos objetivos que nos planteamos, la superación personal y el consecuente sentimiento de satisfacción. Sin embargo, el perfeccionismo es un arma de doble filo, pudiendo suponer también un obstáculo en la consecución de dichos objetivos y pudiendo generar sentimientos de ansiedad e infelicidad.

Entonces, ¿es el perfeccionismo una virtud o un defecto? La respuesta a esa pregunta es “depende”. Desde el punto de vista psicológico debe diferenciarse entre lo que se denomina “perfeccionismo normal o adaptativo” y el “perfeccionismo clínico o desadaptativo”. A pesar de que en ambos tipos de perfeccionismo la persona se propone conseguir estándares de desempeño elevados, la principal diferencia radica en el componente de autocrítica que está presente en el perfeccionismo desadaptativo (De Rosa, 2012; Shafran, Cooper, & Fairburn, 2002). Así, este último tipo de perfeccionismo ha sido definido como “la tendencia a establecer altos estándares de desempeño en combinación con una evaluación excesivamente crítica de los mismos y una creciente preocupación por cometer errores” (Frost, Marten, Lahart, & Rosenblate, 1990). Esta tendencia puede constituir un rasgo de personalidad o una forma de comportamiento en contextos específicos, influyendo en cualquier caso sobre el modo de pensar, sentir y actuar de la persona (Fernán, Scappatura, Lago, & Keegan, 2007).

Actualmente, se desconoce qué causa o cómo se desarrolla exactamente el perfeccionismo desadaptativo en las personas. Sin embargo, algunos estudios parecen indicar que este perfeccionismo podría estar causado por factores biológicos y ambientales (Egan, Wade, Shafran, & Antony, 2016). Por un lado, a nivel biológico, la genética podría favorecer el desarrollo de rasgos perfeccionistas en algunas personas. Por otro lado, a nivel ambiental, el entorno y el contexto en el que crecemos podría jugar un papel relevante en su desarrollo. Entre los factores ambientales se encuentran:

  • Los estilos de crianza severos y/o autoritarios, en los que los padres son a menudo muy críticos con sus hijos (Enns, Cox, & Clara, 2002; Kawamura, Frost, & Harmatz, 2002).
  • Padres perfeccionistas, con altos niveles de exigencia sobre sí mismos y sus propios logros (Enns et al., 2002).
  • Haber sufrido humillaciones, especialmente durante la infancia, como haber sido marginado o foco rumores por parte de los iguales. En este contexto, es importante aclarar que formas más directas de agresión verbal o física no han sido asociadas con el perfeccionismo (Miller & Vaillancourt, 2007).

Las personas con perfeccionismo desadaptativo suelen presentar una serie de características específicas (De Rosa, 2012; Shafran et al., 2002). El miedo al fracaso es una de sus características más destacables. La percepción de haber fallado provoca una elevada autocrítica, dañando de manera importante la imagen que la persona tiene de sí misma. Este miedo a cometer errores propicia además una meticulosidad extrema y obsesión por los detalles, asociándose esta característica, a su vez, con una mayor improductividad y una dificultad para finalizar trabajos. Además, la autoimposición de estándares exigentes también se fundamenta en el miedo a fracasar o a no ser lo suficientemente bueno, y no en un deseo por mejorar como ocurre en el perfeccionismo adaptativo. Una segunda característica sería el pensamiento de tipo dicotómico, el cual se caracteriza por una tendencia a clasificar las diferentes situaciones, experiencias o logros en base a categorías opuestas, positivas o negativas. Por ejemplo, un pensamiento habitual podría ser el siguiente “si logro este objetivo soy exitoso, de lo contrario soy un fracasado”. Además, las personas con perfeccionismo desadaptativo suelen tener un nivel de autodisciplina y autocontrol elevado, realizando grandes esfuerzos para lograr los objetivos que se plantean y también para limitar todas aquellas actividades placenteras que no contribuyen a la consecución de dichos objetivos. Sin embargo, y de forma paradójica, la tendencia a la procrastinación, o el aplazamiento de las tareas a realizar, es también una característica bastante común. Otra característica sería la constante autoevaluación que realiza la persona, no solo del propio rendimiento sino también de los esfuerzos realizados en pro de la consecución de la meta establecida. Por último, es habitual la excesiva comparación del propio desempeño con el presentado por otras personas.

Tanto si la persona logra alcanzar las metas propuestas como si no, la evaluación de estas metas y del propio rendimiento se encuentra distorsionada (De Rosa, 2012; Shafran et al., 2002). Por un lado, en aquellas ocasiones en las que la persona no logra las metas que se ha propuesto, ésta centra su atención en los fallos cometidos y la autocrítica adquiere un papel central. De modo que la persona no valora aquellos pequeños avances que le han podido permitir acercarse a la meta deseada y se generan sentimientos de fracaso. En este sentido, la valía de la persona se encuentra condicionada por los resultados obtenidos. Por otro lado, en aquellas ocasiones en las que la persona sí logra las metas que se ha propuesto, ésta mejora su autoevaluación en un primer momento, pero posteriormente comienza a plantearse que las metas que se había propuesto no eran lo suficientemente exigentes, apareciendo una vez más sentimientos de insatisfacción hacia los propios logros, sentimientos de fracaso y autocrítica, aumentándose aún más el nivel de exigencia de las propias metas.

En definitiva, el perfeccionismo desadaptativo favorece una tendencia a la negatividad, así como una baja autoestima y autoconfianza (Egan et al., 2016). Además, algunas de las emociones que se asocian habitualmente con este tipo de perfeccionismo son la tristeza, la ansiedad, la culpa o la vergüenza (Egan et al., 2016). De hecho, el perfeccionismo se considera un factor de riesgo para la aparición y mantenimiento de diferentes afecciones de carácter psicológico, como los trastornos de ansiedad, la depresión y los trastornos de la alimentación (Egan, Wade, & Shafran, 2011).

Después de todo lo mencionado anteriormente, no resulta complicado entender por qué el perfeccionismo desadaptativo es una característica que daña a la persona que la presenta, siendo conveniente buscar ayuda en un profesional de la psicología si te sientes identificado/a con las características anteriormente descritas. Este profesional podrá ayudarte a identificar todos aquellos sesgos cognitivos (distorsiones en la forma de pensar) que sustentan el perfeccionismo desadaptativo en tu caso particular. De modo que trabajando de manera conjunta podréis modificar dichas formas de pensar y, consecuentemente, las emociones y el modo de actuar asociados. Todo ello con el fin último de favorecer siempre un mayor equilibrio y bienestar emocional (Egan et al., 2016).

Bibliografía

De Rosa, L. (2012). (2012). Factores mantenedores del perfeccionismo desadaptativo o clínico. Paper presented at the Memorias Del IV Congreso Internacional De Investigación Y Práctica Profesional En Psicología-XIX Jornadas De Investigación-VIII Encuentro De Investigadores En Psicología Del Mercosur, 39-42.

Egan, S. J., Wade, T. D., & Shafran, R. (2011). Perfectionism as a transdiagnostic process: A clinical review. Clinical Psychology Review, 31(2), 203-212. doi:10.1016/j.cpr.2010.04.009

Egan, S. J., Wade, T. D., Shafran, R., & Antony, M. M. (2016). Cognitive-behavioral treatment of perfectionism Guilford Publications.

Enns, M. W., Cox, B. J., & Clara, I. (2002). Adaptive and maladaptive perfectionism: Developmental origins and association with depression proneness. Personality and Individual Differences, 33(6), 921-935. doi:10.1017/S0033291702005937

Fernán, A., Scappatura, M. L., Lago, A., & Keegan, E. (2007). (2007). Perfeccionismo adaptativo y desadaptativo y malestar psicológico en estudiantes universitarios argentinos: Un estudio exploratorio utilizando el APS-R. Paper presented at the XIV Jornadas De Investigación Y Tercer Encuentro De Investigadores En Psicología Del Mercosur.

Frost, R. O., Marten, P., Lahart, C., & Rosenblate, R. (1990). The dimensions of perfectionism. Cognitive Therapy and Research, 14(5), 449-468.

Kawamura, K. Y., Frost, R. O., & Harmatz, M. G. (2002). The relationship of perceived parenting styles to perfectionism. Personality and Individual Differences, 32(2), 317-327. doi:10.1016/S0191-8869(01)00026-5

Miller, J. L., & Vaillancourt, T. (2007). Relation between childhood peer victimization and adult perfectionism: Are victims of indirect aggression more perfectionistic? Aggressive Behavior: Official Journal of the International Society for Research on Aggression, 33(3), 230-241. doi:10.1002/ab.20183

Shafran, R., Cooper, Z., & Fairburn, C. G. (2002). Clinical perfectionism: A cognitive–behavioural analysis. Behaviour Research and Therapy, 40(7), 773-791. doi:10.1016/S0005-7967(01)00059-6

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