El Síndrome Burnout: Cómo identificarlo y gestionarlo

El mundo laboral ha experimentado mucha transformación en las últimas décadas en nuestro contexto sociocultural. Es por ello que, en los últimos años se han incrementado los riesgos denominados psicosociales, entre ellos el síndrome de burnout o también llamado el síndrome del quemado. A pesar de que la OMS reconozca como un factor de riesgo laboral, no se describe ni en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), ni tampoco  en la nueva versión del Manual de la Asociación Estadounidense de Psicología (DSM-V). 

No obstante, el síndrome del quemado, según diferentes autores, se describe como una forma inadecuada de afrontar el estrés crónico, cuyos rasgos principales son la despersonalización, el agotamiento emocional y la disminución del desempeño profesional.

Es importante mencionar que este síndrome puede aparecer en cualquier trabajo, pero hay algunas profesiones en los que suele aparecer con más frecuencia, como por ejemplo, médicos/as, profesores/as, odontólogos/as, psicólogos/as y enfermeros/as. En definitiva,  las profesiones donde se trabaje de forma directa con los clientes, tienen más riesgo de padecer dicho síndrome.

Según el Manual diagnóstico de la Organización Mundial de la Salud (CIE-11), el síndrome burnout se caracteriza por:

  • Agotamiento emocional: desgaste, fatiga o pérdida progresiva de energía.
  • Despersonalización: construcción del propio sujeto para protegerse de los sentimientos de impotencia, indefinición y frustración.
  • Abandono de la realización personal: el trabajo pierde tanto el valor como la importancia que tenía para el sujeto.

Las causas de este síndrome se producen cuando la persona se ve expuesta durante largos periodos de tiempo a:

  • Altas exigencias y mucha carga de trabajo.
  • Falta de formación.
  • Demasiadas expectativas.
  • Mal ambiente de trabajo.
  • Poco apoyo familiar.
  • Límites por parte de la organización.

Los síntomas son diversos y de diferentes naturalezas. Sin embargo, hay una serie de síntomas que suelen manifestarse más a menudo: irritabilidad, agotamiento o cansancio, aburrimiento, dolores de estómago, absentismo laboral, dificultades de concentración, agresividad, insomnio, problemas de comunicación, falta de autoestima, depresión y la despersonalización. Según algunos autores, estos síntomas deberían clasificarse según su tipología:

  • Afectivos. Estar deprimido.
  • Cognitivos. Sentimientos de impotencia y desesperanza.
  • Físicos. Agotamiento y síntomas somáticos.
  • Comportamentales. Absentismo y menor rendimiento.
  • Motivacionales. Falta de interés.

Aunque su aparición se produce en el trabajo, los síntomas y las experiencias podrían extenderse a diferentes ámbitos como el familiar, social, etc.

Qué hacer para gestionarlo

Teniendo en cuenta los síntomas descritos anteriormente, antes de poder gestionarlo es importante saberlo detectar. Una vez que lo hayamos identificado, podremos seguir una serie de pautas para intentar solucionarlo. En primer lugar, es fundamental que exista una buena comunicación entre la empresa y el trabajador, esto es, cuando sentimos que nos están exigiendo demasiado o que están pidiendo cosas que se escapan de nuestro dominio, es conveniente comunicárselo al superior. Otra cosa que se debe tener en cuenta es el desarrollo del estilo comunicacional asertivo, es decir, en este síndrome pueden pasar dos cosas, por un lado podemos volvernos agresivos y por el otro lado, tomar una actitud pasiva. Por ello, es fundamental tener en cuenta que nuestros derechos son tan importantes como los derechos de los demás y por lo tanto es recomendable trabajar la asertividad. También es de gran ayuda tener el apoyo de tus compañeros de trabajo o familiares para poder explicarles lo que te está pasando y cómo te sientes. Por último, las técnicas de relajación y respiración pueden ser muy útiles, sobre todo cuando el estrés se ha vuelto crónico. Para poder trabajarlo, es recomendable pedir ayuda profesional, ya que en estos casos, las intervenciones suelen estar dirigidas a reducir tanto los niveles de estrés como los de ansiedad.

En resumen, el síndrome burnout o síndrome del quemado se produce cuando un trabajador está expuesto a altos niveles de estrés en el trabajo porque no tiene la formación necesaria para desempeñar las tareas, porque tiene poco apoyo familiar o porque sus expectativas no son las mismas que la realidad, entre otros. Todo ello, provoca ansiedad, nerviosismo, falta de autoestima, cambios en el comportamiento, etc. Por lo que, para poder superarlo es fundamental detectarlo, y una vez identificado, conseguir una buena comunicación con la empresa, trabajar la asertividad, aprender a relajarnos y buscar apoyo, ya sea de un familiar o de un profesional.

Bibliografía

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