¿Qué Puede Ofrecer la Neuropsicología ante un DCA?
La neuropsicología constituye una disciplina enmarcada dentro de la psicología que se ocupa del estudio de la relación existente entre el cerebro y el comportamiento de las personas, el cual incluye no solo la conducta observable en estas, sino también el funcionamiento cognitivo y emocional subyacente. Por ello, desde la perspectiva neuropsicológica, tras un DCA resulta de vital importancia realizar un proceso de evaluación exhaustivo y riguroso que permita establecer qué áreas cognitivas, emocionales, conductuales y funcionales han podido verse afectadas y cuáles, por el contrario, han permanecido intactas. Además, la información derivada de dicho proceso permitirá adecuar la intervención que cada persona debe recibir para favorecer al máximo su mejoría en el menor periodo de tiempo a través de intervenciones como la rehabilitación cognitiva. Puesto que desde Psicología Amorebieta nos parece importante que nuestros pacientes y sus familiares sepan qué deben esperar de estos procesos, de modo que a través de este y un próximo post describiremos en qué consisten la evaluación neuropsicológica (Parte II) y la rehabilitación neuropsicológica (Parte III). Comencemos por la evaluación neuropsicológica…
¿En qué consiste la evaluación neuropsicológica? ¿Qué esperar de ella?
La evaluación neuropsicológica es el método diagnóstico que permite estudiar y determinar cuál es el estado cognitivo, afectivo-conductual y funcional de una persona, de modo que es una herramienta de gran utilidad en el ámbito del DCA. Esta evaluación se lleva a cabo a través de una serie de sesiones, cuyo número puede variar en función de las áreas susceptibles de ser valoradas y cuya duración individual puede oscilar entre los 45 y los 60 minutos aproximadamente. Además, la evaluación se compone de tres partes principales: la entrevista clínica, la valoración objetiva de los síntomas y la devolución de los hallazgos obtenidos.
En lo que respecta a la entrevista clínica, siempre es aconsejable que la persona que haya sufrido el DCA acuda acompañada por un familiar cercano, y conviviente si es posible, de forma que se pueda contar con dos perspectivas diferentes, pero complementarias, que enriquezcan y faciliten el proceso de evaluación. Esta entrevista constituirá un espacio en el que poder explicar el tipo de DCA padecido y describir en detalle aquellas secuelas asociadas que puedan estar interfiriendo en el día a día o produciendo algún tipo de malestar. En este sentido, tienen cabida no solamente aquellas dificultades más tangibles relacionadas con tareas o actividades que no se han podido retomar desde que tuvo lugar el DCA, sino también aquellas percepciones de carácter más subjetivo o menos visibles como, por ejemplo, “creo me cuesta más concentrarme” o “me da la sensación de que ahora que pienso algo más lento”. Así, se preguntará por el tipo de síntomas, el momento en que aparecieron, su evolución y posibles intervenciones previas destinadas a su mejora. Además, se recabarán otros datos como la historia del daño cerebral adquirido (tipo de DCA, ingresos hospitalarios, pérdidas de consciencia, aplicación de sedación, intervenciones quirúrgicas o de otro tipo, complicaciones médicas asociadas, etc.), por ello suele ser recomendable que se acuda a la entrevista con aquellos informes médicos de los que se disponga sobre el DCA. A través de esta entrevista también se recogerán datos personales básicos [edad, nivel educativo, profesión, estado civil, parientes cercanos, convivencia, lengua materna, dominancia manual (diestro, zurdo, etc.)], antecedentes médicos de relevancia [parto y desarrollo, traumatismos, procesos infecciosos graves, enfermedades diagnosticadas (ej. migrañas, epilepsia, diabetes, colesterolemia, asma, enfermedades cardiovasculares…)], consumo de sustancias (alcohol, tabaco y otros), tratamientos farmacológicos en curso, e historia familiar (afecciones relacionadas con el tipo de DCA sufrido, enfermedades hereditarias identificadas, etc.).
Una vez concluida la entrevista clínica, lo más habitual es que las siguientes sesiones se dediquen a la valoración objetiva del estado cognitivo, afectivo-conductual y funcional. Debe tenerse en cuenta que el fin de esta valoración no consiste únicamente en identificar aquellas funciones que se sospecha que puedan estar afectadas, sino también aquellas que puedan estar preservadas y constituir puntos fuertes de la persona. Esta valoración se llevará a cabo a través de diversos instrumentos de evaluación específicamente diseñados para explorar los distintos tipos de síntomas.
A nivel de funcionamiento cognitivo pueden valorarse múltiples funciones como la atención, la velocidad con la que se procesa la información, la memoria, el lenguaje, la capacidad para planificar la consecución de objetivos, la capacidad para resolver problemas, la toma de decisiones, la capacidad para interpretar situaciones sociales, las habilidades motoras previamente adquiridas o la capacidad para reconocer estímulos sensoriales, entre otros. Esta valoración puede realizarse a través de dos tipos de instrumentos principales y complementarios, las pruebas neuropsicológicas y los cuestionarios o escalas. Por un lado, las pruebas neuropsicológicas permiten evaluar el estado de la función cognitiva que corresponda a través de la realización de actividades que requieren la puesta en marcha de dicha función. Algunas de estas pruebas requieren realizar actividades en formato papel y lápiz, otras en formato digital y otras mediante la manipulación de objetos. Por otro lado, los cuestionarios y escalas permiten registrar la opinión subjetiva de la persona acerca de los propios síntomas, así como la de sus familiares cercanos. De este modo, mientras las pruebas neuropsicológicas serán siempre completadas por la persona afectada por el DCA, los cuestionarios y escalas pueden requerir ser completados también por algún familiar.
A nivel afectivo-conductual, también pueden valorarse diferentes tipos síntomas como, por ejemplo, síntomas de ansiedad, depresión, apatía (desinterés y falta de motivación intensa), irritabilidad, euforia (alegría intensa y desproporcionada), agitación, delirios o alucinaciones, entre otros. Esta parte de la valoración suele realizarse a través de la utilización de cuestionarios y escalas que pueden ser rellenados tanto por la persona afectada por el DCA como por un familiar cercano. Además, como es predecible, la información recabada a este respecto mediante la entrevista clínica puede ser de gran utilidad.
Otro área de extrema importancia a incluir en la evaluación es la autonomía funcional de la persona en su día a día. Este tipo de información, además de recabarse a través de la entrevista, también puede valorarse mediante la utilización de diferentes tipos de cuestionarios o escalas. Así, este tipo de instrumentos suelen estar dirigidos a la valoración de la capacidad para realizar actividades básicas, instrumentales y/o avanzadas de la vida diaria. Las primeras hacen referencia a la capacidad de autocuidado personal (higiene y aseo, control de esfínteres y utilización del retrete, alimentación, sueño, vestido, movilidad, etc.), las segundas implican la utilización de algún tipo de herramienta como medio para lograr un determinado fin (utilización de transporte público, manejo del dinero, realización de compras, preparación de comidas, realización de tareas domésticas, utilización de tecnología…), y las terceras se encuentran relacionadas con la ocupación del tiempo de acuerdo con los valores, intereses y destrezas de la persona (actividades de tipo formativo o laboral, disfrute del tiempo de ocio y participación en actividades de tipo social).
Un cuarto área de evaluación sería la conciencia del déficit, es decir, la capacidad de la persona que ha sufrido el DCA para ser consciente de las dificultades presentadas, sin justificarlas o minimizarlas. La comparación de las puntuaciones obtenidas en las pruebas objetivas y los cuestionarios rellenados por la persona que ha padecido el DCA, así como de los cuestionarios rellenados por la persona afectada y su familiar, pueden ofrecer información de gran utilidad en la valoración de este tipo de afección.
Una vez completado el proceso de evaluación, se lleva a cabo la devolución de los hallazgos derivados del mismo. Esto suele realizarse a través de una sesión en la que profesional de referencia describirá en detalle los resultados obtenidos en las diferentes pruebas y cuestionarios o escalas, explicará las diferentes conclusiones alcanzadas tras integrar la información recogida a través de la entrevista clínica y la valoración objetiva, y planteará las recomendaciones terapéuticas pertinentes. Por supuesto, en esta sesión la persona afectada por el DCA y su familiar podrán realizar todas aquellas preguntas que consideren necesario, de modo que logren tener una idea lo más clara posible acerca de las cuestiones tratadas. Además, desde nuestro centro siempre hacemos entrega en esta sesión de un informe extenso en el que dicha información se encuentra recogida por escrito, favoreciéndose de este modo la comprensión de la información, la revisión de la misma y la posibilidad de consultar dudas más específicas tras su lectura.