Siguiendo con el hilo anterior, las personas migradas corren el riesgo de padecer el síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple, o Síndrome de Ulises. Los principales estresores que pueden propiciar la aparición del síndrome son:
- La separación de los seres queridos, por la ruptura del apego.
- El sentimiento de desesperanza por el fracaso del proyecto migratorio y la ausencia de oportunidades.
- La posible lucha por la supervivencia.
- El posible miedo o el terror que se vive durante el viaje, con las posibles amenazas de mafias o detenciones y expulsiones.
- La indefensión por carecer de derechos.
Estos aspectos se pueden ver intensificados por la multiplicidad de estresores que se presentan al mismo tiempo o la cronicidad de los mismos, la ausencia de autoeficacia, la falta de apoyo social y la poca disposición de servicio asistencial sanitario. Como menciona el autor, los servicios de salud no atienden adecuadamente este síndrome porque no se diagnostica el cuadro como un reactivo de estrés, y tratan a los inmigrantes como enfermos depresivos, psicóticos, somáticos, etc., por lo que pueden actuar como un estresor añadido.
De esta forma la vivencia prolongada de situaciones estresantes intensas afecta a la personalidad del sujeto y a su homeostasis, a la desregulación del eje hipotálamo-hipofiso-adrenal, del sistema hormonal y del muscular, y puede dar lugar a una amplia sintomatología ansioso-depresiva, pero también somática y confusional, que se puede interpretar erróneamente como del área psicótica. Así, el Síndrome de Ulises contribuye a evitar el riesgo de ser incorrectamente diagnosticados como enfermos depresivos, con trastornos adaptativos, TEPT, o trastornos psicóticos. En esta línea, es importante no banalizar el cuadro, pero tampoco medicalizarlo considerando que se trata de una enfermedad mental.
A nivel metafórico, dice el autor, este síndrome es como si nos metiéramos en una habitación y subiera la temperatura hasta los 100º, tendríamos mareos, calambres pero no estaríamos enfermos, porque al salir de la habitación los síntomas desaparecerían por habernos adaptado a la situación. Es decir, el Síndrome de Ulises se halla inmerso en el área de la prevención sanitaria y psicosocial. Por tanto, deberá ir enfocado a la psicoeducación y contención emocional, desde un marco multidisciplinario.
«Los que atraviesan los mares cambian de cielos, mas no de preocupaciones”.
Achotegui, J. (2012). Emigrar hoy en situaciones extremas. El síndrome de Ulises. Revista de Psicologia, Ciènces de l´Educació i de l´Esport, 30(2), 79-86.