En nuestra cultura, tenemos grandes dificultades para decir que “no” a los demás. Desde pequeños nos enseñan a ser amables, simpáticos, dedicados y estar dispuestos a ayudar. Estas no son malas cualidades per se, aun así, esto debe de estar balanceadas. Por evitar conflictos y complacer a los demás anteponemos las necesidades ajenas a las nuestras, teniendo esto consecuencias para nuestro bienestar. Por ejemplo, decir que sí ayudarás a un compañero de trabajo en su tarea dejando de lado la tuya puede conllevar consecuencias negativas (estrés por no llegar a los plazos, retraso de finalización de tareas…).
Cuando decimos que “sí” y en realidad queremos decir que “no”, se puede generar disconfort o culpabilidad al no poner límites cuando debemos, actuando en contra de nuestro bienestar mental y no priorizándonos.
Pero… ¿Qué hay detrás de la incapacidad de decir que no?
-
- La cultura. Existen componentes culturales importantes, donde la disponibilidad hacia los demás (o pertenencia a un grupo) se valora más que la autonomía personal, dificultando la posibilidad de aprender la habilidad social de decir que “no”. Esta también puede hacer que nos veamos envueltos en decisiones peligrosas (por ejemplo, la adolescencia y el consumo de drogas por presión social o ante las conductas de coerción sexual)
- Experiencias previas negativas la vivencia de que decir que no haya supuesto un castigo (ya sea implícito como explicito) facilita aún más la dificultad a decir que “no”.
- Baja autoestima. Puede una baja autoestima que se retroalimenta cuando nos vemos diciendo que “sí” a algo que no nos apetece, atacándonos a nuestra propia integridad.
Exponiéndonos a decir que “no”, que requiere prácticas y ciertas el uso de ciertas herramientas. Por ejemplo:
- Inicio de práctica en situaciones cómodas. Comienza a decir que “no” en contextos donde te sientas seguro y te resulte sencillo. También se puede empezar a practicar con el role-playing con alguien de confianza o delante del espejo.
- Usar técnicas asertivas:
- Técnica del sándwich: Comienza con algo positivo, luego da tu negativa y cierra con otro comentario positivo. Ejemplo: “Gracias por pensar en mí, pero no puedo ayudarte con esto. Espero que encuentres una buena solución.”
- Banco de niebla: Se trata de dar la razón a una persona, pero sin perder nuestro punto de vista. Ejemplo: “Entiendo que necesitas ayuda con tu trabajo, pero en este momento no puedo hacerlo.”
- Disco rayado: Repite tu negativa de manera consistente si alguien insiste. Ejemplo: “Como te dije, no puedo comprometerme con eso ahora.”
- Gestiona la ansiedad. Puedes utilizar técnicas de relajación (por ejemplo la respiración diafragmática o la relajación progresiva) que pueden ayudarte a manejar la ansiedad tanto antes como después de la negativa, y también pueden ayudarte a reflexionar antes para evitar una respuesta automática.
Finalmente, hacer hincapié que tenemos derecho a decir que no e implica un beneficio positivo en la vida de quien lo utilice de manera adecuada. Quiero recordarnos que también tenemos derecho a decir que no sin tener que dar explicaciones más allá de un “lo siento, no me apetece” y que tampoco somos responsables de la reacción de ciertas personas que no admiten un “no” como respuesta. Decir que “no” es una herramienta poderosa que nos permite vivir con mayor autenticidad y equilibrio, pudiendo dirigir el tiempo y energía que disponemos a lo que debemos o queremos priorizar. Además, mejora nuestra autoestima y autoconocimento. Es un acto de autocuidado y respeto hacia nosotros y los demás.
BIBLIOGRAFÍA
Castanyer, O. (1996). La asertividad: expresión de una sana autoestima. Desclée de Brouwer.
Center for Clinical Interventions. (s.f.). How to say “no” assertively. WA Health. https://www.cci.health.wa.gov.au/-/media/CCI/Consumer-Modules/Assert-Yourself/Assert-Yourself—06—How-to-Say-No-Assertively.pdf