El 10 de octubre es considerado el “Día de la Salud Mental” y es una forma de aumentar la conciencia sobre los problemas de salud mental y movilizar esfuerzos para que la atención en salud mental sea una realidad para las personas que lo necesitan.
El movimiento asociativo de SALUD MENTAL ESPAÑA es un conjunto de asociaciones, federaciones y entidades que agrupan a personas con trastorno mental, sus familias y personas cercanas, con el objetivo de defender sus derechos, mejorar su calidad de vida y promover un modelo de atención más justo, inclusivo y normalizado.
Este movimiento es el que decide, todos los años, una temática para el Día Mundial de la Salud Mental, intentando siempre poner el foco en una necesidad específica que requiera más atención social, sanitaria o política. Además, se utiliza también como elemento de presión para gobiernos e instituciones para cambiar leyes o mejorar recursos, así como para dar voz a las personas con experiencia propia (personas con experiencia en salud mental, familiares o profesionales).
Para el año 2025 se ha decidido que el lema sea “Compartimos vulnerabilidad, defendamos nuestra salud mental”. Este año, el mensaje se centra en evidenciar los efectos psicológicos de las catástrofes y desastres sobre la salud mental individual y colectiva.
Catástrofes como la DANA, el terremoto de Lorca o el volcán de la Palma, no solo dejan destrucción física y pérdidas materiales, sino también un profundo impacto emocional y psicológico, generando altos niveles de estrés, trauma y vulnerabilidad psicológica en las personas afectadas. En estos contextos, muchas personas pueden desarrollar trastornos mentales, o agravarse condiciones ya existentes y, en estas situaciones, los sistemas de salud mental suelen estar más sobrecargados y con menos recursos.
Por lo tanto, garantizar que los servicios de salud mental se integren como parte de las respuestas humanitarias (de forma oportuna, accesible y culturalmente adecuada) es clave para la recuperación individual y colectiva.
El impacto emocional y cognitivo tras un desastre natural puede ser devastador, tanto a nivel individual como colectivo. En ese contexto, la continuidad de cuidados, el apoyo psicosocial y la resiliencia comunitaria son claves para la recuperación, y están profundamente interrelacionados.
Por un lado, la continuidad de cuidados es la capacidad de mantener un acceso constante, coordinado y sostenido a servicios de salud mental y apoyo emocional antes, durante y después del desastre. La interrupción de estos servicios puede agravar o cronificar los síntomas. Como ejemplo, tras el terremoto de Haití de 2010 la interrupción de los servicios psiquiátricos y la falta de seguimiento causaron un pico de crisis psicóticas y suicidios.
Por otro lado, el apoyo psicosocial es una combinación de apoyo emocional, acompañamiento práctico y reconstrucción de redes sociales. Sus funciones son restaurar el sentido de normalidad y dignidad tras el caos, reducir el estrés agudo y prevenir que se cronifique, facilitar la expresión emocional, acompañar en la reconstrucción de la vida cotidiana y favorecer la conexión social.
Por último, la resiliencia comunitaria es la capacidad colectiva de una comunidad para anticipar, resistir y recuperarse ante situaciones adversas como desastres naturales; incluye redes de apoyo mutuo, acceso a la información clara y fiable y participación activa en la reconstrucción. Una sociedad resiliente ayuda a reducir el impacto emocional (“no estoy solo/a), fomentar la autoeficacia colectiva (“podemos salir adelante”), disminuye la dependencia total en ayudas externas y ayuda a transformar la experiencia en cambio positivo (comunidades más solidarias y preparadas). Por ejemplo, tras el tsunami de Japón en 2011, las comunidades con mayor cohesión social y participación ciudadana mostraron menos trastornos mentales a largo plazo y una recuperación más rápida.
Como ejemplo de este tipo de intervenciones, aunque no tengan una dedicación exclusiva a las emergencias sociales, tenemos el Centro de Urgencias y Emergencias Sociales de Barcelona (CUESB). Es un servicio de atención social permanente y universal que, en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, atiende cualquier situación de urgencia o emergencia social las primeras 24-72h. El equipo de profesionales está formado por trabajadores/as sociales, psicólogos/as y técnicos/as de intervención logística.
Entre los ámbitos de intervención se incluye la intervención con múltiples afectados y su objetivo es establecer la respuesta del CUESB ante una emergencia masiva en la ciudad o en el ámbito nacional o internacional, en la que sea necesario proporcionar atención psicosocial inmediata a las personas afectadas.
El CUESB es un pequeño ejemplo de cómo es posible organizarse a nivel social e institucional para poder responder a una situación de emergencia social mediante un servicio necesario que permite intervenir de forma inmediata y eficaz, contribuyendo así a mitigar las consecuencias a largo plazo y facilitar la recuperación de las personas afectadas.
A modo de resumen, cabe mencionar algunos mensajes importantes que se promueven en 2025:
- Las crisis afectan no solo la salud física, sino también el bienestar psicológico.
- La salud mental debe ser considerada un componente esencial en las respuestas humanitarias.
- Los servicios de salud mental deben ser accesibles, inclusivos y adaptados al contexto.
- Es vital apoyar a los trabajadores humanitarios: ellos también sufren condiciones difíciles y requieren apoyo psicológico.
- Invertir en salud mental no es sólo un gasto: ayuda a la recuperación social, económica y comunitaria a largo plazo.