La incertidumbre es una constante en nuestras vidas, apareciendo especialmente en momentos de cambio, decisiones importantes o situaciones complicadas. Aunque la relacionamos con el miedo, la ansiedad y el dolor, aceptar la incertidumbre y aprender a vivir con ella puede abrirnos caminos hacia un crecimiento personal, nuevas oportunidades y una vida más auténtica.
La incertidumbre se refiere a la falta de certeza sobre lo que nos depara el futuro, una experiencia que con frecuencia está presente en la vida diaria. Es natural que nos cueste manejarla, ya que nuestro cerebro busca, casi de forma automática, seguridad y control. Vivir en un estado de ambigüedad activa señales de alarma internas, generando ansiedad, y esto nos motiva a salir de ahí.
Para evitar este malestar, solemos buscar respuestas inmediatas, aferrándonos a la ilusión del control, de cara a encontrarnos mejor a corto plazo. Esta búsqueda de certeza continua reduce rápidamente la tolerancia a la incertidumbre y contribuye al mantenimiento de la preocupación. Sin embargo, el verdadero reto no está en eliminar la incertidumbre, sino en aceptarla como una parte inevitable de la vida, permitiéndonos sentirnos mejor a largo plazo.
Nuestra cultura a menudo busca evitar el dolor y la incomodidad. Sin embargo, eludir estas experiencias nos priva de las oportunidades de aprender y crecer. Aceptar la incertidumbre no implica resignación, sino adoptar una postura activa hacia la vida. Permitirse sentir miedo, ansiedad o incomodidad es parte del camino, pero lo crucial es decidir avanzar a pesar de ello. Estas características recuerdan a la personalidad resistente de Kobasa, que implica un enfoque salutogénico del sujeto y el contexto social, es decir que correlaciona con mayor salud. Esta personalidad se compone por tres dimensiones:
- Compromiso: Tendencia a implicarse en las actividades de la vida.
- Control: Es la disposición a pensar y actuar con la convicción de que se puede intervenir (aunque sea parcialmente) en los acontecimientos o en como estos pueden ir afectándonos.
- Reto: aceptar el cambio como una oportunidad en lugar de una amenaza, proporcionándonos mayor flexibilidad cognitiva y tolerancia a la incertidumbre.
Estrategias para ir aceptando la incertidumbre
- Distinguir lo controlable de lo incontrolable: Redirige tu energía hacia lo que está bajo tu influencia, como tus pensamientos, ciertas decisiones, respuestas emocionales y la necesidad de gestionar emocionalmente lo que no podemos controlar.
- Practicar la tolerancia al malestar: Permítete sentir incomodidad de manera progresiva, iniciando con cosas que toleramos con más facilidad, para ir aprendiendo que la incertidumbre no necesita ser tu enemiga.
- Enfocarte en el presente: A menudo la incertidumbre se agrava cuando nos preocupamos excesivamente por el futuro, por lo que será necesario anclarte en el momento presente e ir tomando decisiones con la información que tenemos en la actualidad.
- Reformular tus pensamientos: Cambia tu perspectiva, viendo la incertidumbre como una oportunidad para crecer y descubrir nuevas posibilidades.
- Construir apoyo: Hablar con alguien de confianza puede proporcionarte claridad y tranquilidad para navegar lo incierto.
- Aceptar la impermanencia de la vida. Ser conscientes de que la vida va cambiando en diferentes áreas.
La incertidumbre forma parte de la vida, pero puede convertirse en una oportunidad para vivir con autenticidad. Al definir lo que realmente importa y abrazar lo desconocido, encontramos con fortalezas propias que desconocíamos. Como aseguró Frankl, la vida tiene sentido, incluso en las circunstancias más dolorosas, si uno sabe encontrar su propósito. Si hay un significado para la vida, también debe haber un significado en el sufrimiento.