Hace ya más de una década que la tecnología forma parte activa de nuestras vidas. En un principio pensábamos que esta vida digital sería una ventaja: mayor accesibilidad, más información, mas contacto con los demás. Aunque en cierta medida sea cierto y haya traído muchos avances, es alto el número de personas que experimentan un agotamiento mental, problemas para conciliar el sueño o incluso nerviosismo constante.
Esta fatiga digital es resultado del impacto de pasar muchas horas recibiendo estímulos de pantallas o notificaciones. Todo ocurre de manera muy rápida, por lo que, nuestro cerebro puede llegar a sobrecargarse de información en muy poco tiempo. Al fin y al cabo, cada nueva interrupción o cada estímulo necesita volver a encontrar un nuevo contexto y volver a centrarse en esta nueva tarea, lo que agota de manera brutal los recursos cognitivos.
Así pues, el cuerpo ya nos va avisando de estas señales, a lo que resulta muy interesante prestar atención. Estas señales de alerta pueden ser el cansancio mental y físico, dificultad para concentrarse o retener información, ansiedad, saturación, irritabilidad, dolor de cabeza, insomnio y una larga lista más.
No obstante, existen maneras de reducir las consecuencias de éstos estímulos:
- Higiene digital. Valorar qué aplicaciones o recursos digitales son realmente necesarios y eliminar o poner un tiempo límite en las demás.
- Momentos libres de pantallas. Realizar actividades que no supongan el uso de ningún aparato electrónico como leer, dibujar, cocinar o hacer deporte. De esta manera, reseteamos nuestro sistema nervioso sin depender de la tecnología.
- Reconexión mente-cuerpo. Escuchar a nuestro cuerpo nos devuelve al presente. ¿Qué nos pide? ¿Descansar? ¿Respirar?
- Zonas neutrales. Asignar ciertos puntos de nuestro hogar zonas de confort o zonas «sin tecnología» como pueden ser por ejemplo la hora de comer o el dormitorio, de tal manera que asociemos dichos lugares a lo realmente importante.
- Quedadas de calidad. Charlar con amigos, familiares o gente cercana puede ser una fuente de recarga emocional.
Por lo tanto, tener estas pautas en mente puede traernos beneficios además de ayudarnos a conciliar el sueño, mejorar nuestro estado de ánimo, la concentración y mantenernos un poco al margen de la tarea digital y el cansancio mental que supone. Cabe destacar que para dar paso al autocuidado, lo primordial es escuchar lo que nos dice el cuerpo. Al fin y al cabo, nuestro cuerpo se convierte en un panel de señales. Lo importante es pararnos a pensar qué es realmente lo que necesitamos.