Desde que tengo memoria, he tenido una gran fascinación por la ciencia de la salud. Me atraía comprender cómo funciona el cuerpo humano, pero, más allá de lo físico, me interesaba profundamente el papel de la mente en el bienestar humano. Frecuentemente, me hacía preguntas sobre el comportamiento humano de las personas que tenía alrededor: ¿por qué piensa de esta manera? ¿Qué lo ha motivado a actuar así? Y mil preguntas más… Esta inquietud no era solamente una curiosidad pasajera, sino un deseo genuino de entender la conexión entre lo biológico, lo psicológico y lo social en la experiencia humana. Este interés fue el que encendió mi pasión por la Psicología. La idea de poder acompañar a alguien en su proceso, adquiriendo un mayor autoconocimiento y  herramientas para gestionar lo que está ocurriendo u ocurrió en su vida, me inspiró a estudiar el Grado en Psicología. Después de completar mi grado, supe que quería dedicarme a la clínica por lo que decidí continuar mi formación con un Máster en Neuropsicología Clínica en la Universitat Oberta de Catalunya y el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Isabel I de Burgos.

Mientras estudiaba para trabajar como terapeuta, he tenido la oportunidad de trabajar con diversos colectivos, lo que ha enriquecido profundamente mi perspectiva profesional. Como monitora de tiempo libre y monitora en un programa infantil de habilidades sociales, psicomotricidad y trabajando las emociones, aprendí a fomentar el desarrollo integral de los niños a través del juego, la expresión emocional y la cooperación. En mi labor como educadora social en un piso de menores en situación de vulnerabilidad, descubrí la importancia de la empatía, la paciencia y el compromiso para ayudar a jóvenes en contextos difíciles, ayudándolos a reconstruir su confianza y resiliencia. Finalmente, mi experiencia en residencias de ancianos me enseñó a valorar la dignidad del cuidado, recordando que cada etapa de la vida tiene su riqueza y sus necesidades únicas.

Niños, adolescentes y ancianos con los que he trabajado me han dejado lecciones que llevo conmigo, y que me inspiran a seguir creciendo y contribuyendo en mi camino profesional. Los estudios realizados y estas experiencias englobadas me dejan estos aprendizajes claves, la importancia de la empatía, del no enjuiciamiento y la escucha activa, esenciales en mi labor como psicóloga.

Cada experiencia me impulsa a seguir creciendo, y mi deseo de seguir aprendiendo de esta profesión es más fuerte que nunca. Sé que el conocimiento nunca se detiene y siempre hay más por descubrir, para mejorar como profesional y poder ayudar a los demás. Hoy, miro hacia atrás y me doy cuenta de que mi profesión es el resultado natural de mi curiosidad y deseo de aprendizaje. Tengo claro que si tuviera que elegir de nuevo, no cambiaría este recorrido.

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