¿Qué es el trastorno específico del lenguaje?
El lenguaje constituye una capacidad específica de los seres humanos que se desarrolla de forma natural y que favorece no solo la comunicación con otras personas sino también la adquisición de nuevos aprendizajes. El desarrollo de esta capacidad depende principalmente de la exposición al mismo lenguaje, siendo especialmente determinantes en su adquisición los primeros cinco años de vida. Si bien el ritmo de desarrollo de esta capacidad puede variar entre los diferentes niños, en ocasiones pueden producirse retrasos significativos sugestivos de dificultades que van más allá.
El trastorno específico del lenguaje (TEL) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por una dificultad en la adquisición y utilización del lenguaje. Así, en este trastorno tiene lugar un inicio tardío del lenguaje y un posterior desarrollo enlentecido. Como consecuencia del TEL pueden verse comprometidas tanto la capacidad expresiva como comprensiva del lenguaje en todas y cada una de sus posibles modalidades (oral, escrita y de signos). El origen de este trastorno es neurobiológico, tratándose de una afección de carácter crónico que no tiene cura. Los primeros síntomas aparecen durante la infancia y, aunque estos variarán según el periodo evolutivo, acompañarán a la persona afectada durante toda su vida. Se estima que la prevalencia del TEL se encuentra entre el 2 y el 7%, sin embargo, es probable que esta prevalencia sea mayor debido a que los casos más leves suelen estar infradiagnosticados.
¿Cuáles son sus criterios diagnósticos?
En el ManualDiagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-V, el trastorno del lenguaje se encuentra enmarcado dentro de los Trastornos de la Comunicación. A continuación, se describen los criterios diagnósticos del TEL:
- Dificultades persistentes en la adquisición y utilización del lenguaje en sus diferentes modalidades (hablado, escrito, de signos u otros) como consecuencia de déficits en la comprensión o producción. Estas dificultades incluyen:
- Existencia de un vocabulario reducido, lo cual se refleja tanto en un limitado conocimiento como uso de palabras.
- Dificultad en la construcción de estructuras gramaticales, implicando esto dificultades para situar palabras en el lugar correspondiente dentro de una frase o para utilizar las terminaciones adecuadas de éstas siguiendo las reglas gramaticales y morfológicas.
- Deterioro del discurso, conllevando este deterioro una dificultad para utilizar el vocabulario y conectar adecuadamente unas frases con otras para describir una serie de sucesos o tener una conversación.
- Las capacidades de lenguaje se encuentran, de forma cuantificable, por debajo de lo esperado de acuerdo a la edad cronológica y dificultan la existencia de una comunicación eficaz, la participación social, la consecución de logros académicos o el rendimiento laboral.
- Las dificultades especificadas deben haber comenzado en las primeras fases de desarrollo del lenguaje.
- Además, las dificultades observadas no se explican mejor por otras causas como, por ejemplo, la presencia de discapacidad intelectual o retraso global del desarrollo, déficits sensoriales o motores, ni por ningún tipo de afección médica o neurológica.
¿Qué causa el trastorno específico del lenguaje?
Actualmente, se sabe que el TEL cuenta con un fuerte componente genético. De hecho, se estima que entre el 50 y el 70% de los niños con TEL tienen algún familiar con el mismo trastorno. Si bien algunas mutaciones genéticas específicas son capaces de producir este tipo de trastorno, en la mayoría de los casos éste se origina a través de la interacción entre múltiples factores genéticos y ambientales, lo que conlleva que su causa exacta sea complicada de identificar. A nivel ambiental diversos factores podrían favorecer la aparición del TEL como, por ejemplo, pertenecer al sexo masculino, las complicaciones perinatales, el nacimiento prematuro, el bajo peso al nacer y el nivel educacional bajo o la presentación de problemas de salud mental por parte de los padres (ej. depresión o estrés). Es importante destacar que el aprendizaje simultáneo de diferentes idiomas no constituye un factor de riesgo en el desarrollo de este tipo de trastorno, sino todo lo contrario, dado que el bilingüismo ha sido identificado como un factor protector ante el TEL.
¿Qué tipo de dificultades caracterizan el TEL?
Dificultades fonológicas: a este nivel pueden observarse dificultades en la conciencia fonológica (reconocimiento y utilización de sonidos del lenguaje), así como en la articulación o pronunciación de palabras nuevas, especialmente si éstas son largas. En niños pequeños, el habla puede llegar a ser ininteligible.
Dificultades léxico/semánticas: son habituales las dificultades en el aprendizaje de nuevas palabras o conceptos, por lo que el vocabulario suele ser escaso. Además, suele observarse una dificultad para recuperar palabras previamente conocidas. Todo ello suele derivar en la necesidad de utilizar palabras genéricas (“esto”, “eso”, “allí”, “aquí”, “esa cosa”) o circunloquios (“eso que sirve para…”, “eso que tiene…”) para lograr hacerse entender. Del mismo modo, suelen tener dificultades en la comprensión del significado de palabras polisémicas, palabras con distintos significados, en función de su contexto.
Dificultades morfo-sintácticas: este tipo de dificultades incluyen alteraciones a la hora de establecer adecuadamente el orden de las palabras dentro de una frase, una tendencia a utilizar frases morfo-sintácticamente sencillas, así como errores de sobrerregularización (aplicación de reglas gramaticales regulares a palabras que son irregulares), en la conjugación de verbos y en la utilización de artículos, posesivos, preposiciones o conjunciones, entre otros.
Dificultades narrativas o del discurso: a nivel expresivo estas dificultades pueden verse reflejadas en la desorganización del discurso, la escasa o atípica utilización de conectores y las repetidas interrupciones del discurso oral, las cuales son reflejo de una dificultad para encontrar las palabras requeridas. A nivel comprensivo, pueden observarse dificultades en la comprensión de contenidos literales y especialmente de contenidos inferenciales, es decir, de toda aquella información expresada de forma implícita pero no explícita.
Dificultades en la pragmática del lenguaje: a este respecto puede observarse un contacto ocular algo reducido en las interacciones sociales. Además, la utilización de la comunicación no verbal a través de gestos suele ser más habitual que en niños sin TEL, ya que les permite compensar las dificultades encontradas para comunicarse verbalmente. Como puede deducirse, los niños o personas con TEL tienen dificultades para iniciar o mantener conversaciones. Por otro lado, también puede observarse una comprensión literal del lenguaje, la cual se encuentra asociada a una dificultad para comprender segundos sentidos, ironías, sarcasmos, chistes, metáforas, etc.
Si bien éstas constituyen las principales dificultades asociadas al TEL, debe tenerse en cuenta que este trastorno no solo conlleva la aparición de déficits en el lenguaje oral, sino que puede ir acompañado de dificultades de tipo atencional, en la lectura y la escritura, el funcionamiento ejecutivo (organización, planificación, resolución de problemas, toma de decisiones…), las relaciones sociales (aislamiento, búsqueda de interacción de forma inadecuada, dificultades en la comprensión o seguimiento de normas de juegos) o de comportamientos disruptivos (rabietas, desobediencia, negativismo…), entre otros.
Asimismo, es importante destacar que el perfil cognitivo de cada niño con TEL es único, por lo que el tipo de dificultades presentadas variará de un niño a otro. Del mismo modo, a medida que el niño/a avanza hacia la adolescencia pueden observarse cambios en la sintomatología presentada u observable. Así, los errores de tipo fonológico suelen reducirse de forma sustancial. Los errores morfo-sintácticos suelen ser menos notorios en la adolescencia que en la infancia, lo cual es debido a que con la edad aprenden a compensar o esconder este tipo de dificultades a través de la utilización de frases sintácticamente sencillas cuya estructura han llegado a dominar. Sin embargo, en estructuras sintácticas complejas este tipo de errores pueden seguir observándose, tanto a nivel oral como por escrito. En cuanto al vocabulario, éste sigue siendo menor del que correspondería por edad, lo que se reflejaría especialmente en la capacidad de comprensión, tanto oral como escrita.
¿Cuál es el impacto del trastorno específico del lenguaje a nivel emocional?
Las dificultades asociadas a este trastorno pueden generar un gran impacto emocional en el niño/a o adolescente. Como es previsible, el TEL puede producir una repercusión importante en el desempeño académico, ya que la capacidad comprensiva y/o expresiva del lenguaje pueden verse comprometidas en las dos principales modalidades vehiculares del aprendizaje utilizadas en el ámbito escolar, la oral y la escrita. Consecuentemente, el impacto de este tipo de trastorno en el contexto escolar es mayor del que pueden producir otros trastornos más circunscritos como la dislexia, que interferiría principalmente en la lectura y la escritura. Además, al verse afectado el lenguaje en su modalidad oral, las dificultades presentadas no afectan de forma exclusiva al desempeño académico, sino que pueden y suelen extenderse al área social. Específicamente, cuanto mayor es el déficit a nivel comprensivo, mayor es también la tendencia al aislamiento. Todo ello puede conllevar la aparición de sentimientos de fracaso a nivel escolar, desmotivación en relación a los contenidos académicos o las relaciones sociales, baja autoestima, sentimientos de tristeza o ansiedad, e incluso trastornos anímicos más graves como ansiedad o depresión.