Pocos datos nuevos hay que señalar sobre el envejecimiento poblacional. La esperanza de vida cada vez es mayor y la tasa de natalidad menor, conllevando a que cada vez haya más adultos mayores. Esto se ha convertido en un reto político y económico, pero también en un reto social. Y es que ya sea sobrevenido por este cambio poblacional, por los avances en las tecnologías y en las formas de vida o por las transformaciones físicas vividas marcada por el propio paso de los años, hacen que muchas personas mayores tengan la sensación de quedarse al margen. Y es aquí donde surge uno de los retos a trabajar en cuanto a la salud mental de los adultos mayores: la soledad no deseada.
Y es que es común pensar en el adulto mayor como al vecino que siempre se le ve solo, la señora que se ha ido a la residencia, el señor que ahora baja al bar a tomarse el café por su cuenta porque su mujer ha fallecido, o la señora que ya no sale a pasear porque sus amigas ya no pueden salir con ella por problemas de salud. Y es que precisamente muchas de estas situaciones son a las que nos referimos cuando hablamos de estos cambios. Duelos sin resolver, las nuevas tecnologías, el cambio en el estilo de vida… Situaciones que acentúan las probabilidades de aislamiento social, que por otra parte aumenta la sensación de soledad no deseada.
La soledad vulnera la calidad de vida de los adultos mayores. Precisamente, la soledad se ha asociado en estas personas a padecer ciertos problemas de salud: demencia, depresión, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes… y es que estamos hablando de que la soledad esta asociada a la muerte prematura.
Como bien hemos dicho, la soledad de los adultos mayores no es una situación nueva, ni poco conocida, y por esto mismo ya hay varias iniciativas puestas en marcha. Si miramos por cercanía, en Bilbao existe el programa “Mirada Activa”, el cual está enfocado a la detección de los casos de fragilidad social o soledad e intervenir en la creación de una red social más extensa de estas personas. Basauri también tiene su propia iniciativa en la que a través de comerciantes, vecinos, profesionales sanitarios y farmacias tratan de prevenir las situaciones de exclusión social de los vecinos de la localidad. De hecho, a nivel nacional existen varias iniciativas centradas en estas “antenas sociales”, radars que informan al detectar alguna situación de vulnerabilidad.
En la parte de la intervención es común encontrar voluntariados enfocados tanto al acompañamiento de adultos mayores, como al enseñarles el uso de las nuevas tecnologías. Así intentar potenciar los recursos de los adultos mayores en el fomento y mantenimiento de esta red social, que, aunque no siempre soluciona la problemática de la experiencia subjetiva de soledad, sí la de aislamiento social, haciendo así el papel de intervención en prevención como en la propia situación.
De lo que no hay duda es de que esta situación no tiene una solución fácil, y a pesar de que ya hay iniciativas puestas en marcha, aun queda mucho camino que recorrer. Aun hay muchos pasos que dar en el camino de intentar acabar con una de las situaciones que más vulnerabilidad genera en los adultos mayores.