Retraso de fase del sueño
El ciclo circadiano de sueño vigilia tiende a fluctuar de modo regular cada 24 horas y una de sus funciones es regular las actividades diarias así como el ejercicio físico, las horas de sueño y los horario de las comidas principales; los cuales se encuentran influenciados en gran medida por los sincronizadores externos, concretamente por la exposición de la luz (Madrid Pérez & Rol de Lama, 2015). Es por ello que cuando se da una alteración en el ciclo luz-oscuridad está provoca cambios metabólicos y endocrinos que implican que el ciclo de sueño vigilia se vea alterado por el uso de aparatos electrónicos a las últimas horas del día, retrasando de este modo la hora de acostarse (Bonmatí Carrión & Argüelles, 2015).
El retraso de fase es un trastorno del sueño originado por una alteración en el ritmo circadiano que prevalece en la adolescencia en el que se suele dar un retraso constante de más de dos horas, del comienzo y del sueño en lo que a horarios convencionales respecta (Giménez Badia et al, 2016). En este la persona que lo padece presenta dificultad a la hora de conciliar el sueño por la noche y al despertar por la mañana. Es por ello que provoca abundante somnolencia diurna y un incremento de la productividad a las últimas horas de la tarde (Argüelles & Bonmatí Carrión, 2015). Dicha somnolencia se ve compensada el fin de semana debido a que tienden a alargar el sueño nocturno contrarrestando las horas de sueño perdidas entre semana. Otra sintomatología presente es la irritabilidad, el mal rendimiento escolar, el abandono escolar, depresión, ansiedad, dificultades conductuales e hiperactividad o consumo de sustancias. Toda esta sintomatología en la edad adulta se manifiesta a través de dificultades laborales, financieras o de pareja. Además, cabe mencionar que dada la sintomatología que presentan la sociedad tiende a calificarles como personas vagas lo cual incrementa los conflictos en el ámbito familiar. Por último, hacer hincapié en que los niños que padecen TDAH o algún otro trastorno del neurodesarrollo son más vulnerables a este trastorno debido a que en estos se dan alteraciones tanto en la síntesis como en la producción de la melatonina (Giménez Badia et al., 2016).
Uno de los tratamientos más eficaces es la administración de melatonina, la cual es una hormona del sueño que se produce en la glándula pineal cuando la persona deja de estar expuesta a la luz, es por ello que al no segregarla de modo natural se debe de ingerir de manera exógena (Argüelles & Bonmatí Carrión, 2015). Otro tratamiento que se suele suministrar es la luminoterapia que consta de unas gafas que debe ponerse la persona a primera hora del día debido a que emiten luz blanca, lo cual facilita la exposición a la luz desde que se despierte. Asimismo, cabe mencionar que hay otros tratamientos como la cronoterapia y las intervenciones conductuales (Giménez Badia et al., 2016).
Argüelles, R., & Bonmatí Carrión, M. Á. (2015). Melatonina, la hormona de la noche. Eubacteria, nº 33 (2015).
Bonmatí Carrión, M. Á., & Argüelles, R. (2015). La luz en el sistema circadiano. Eubacteria, nº 33 (2015).
Giménez Badia, S., Albares Tendero, J., Canet Sanz, T., Jurado Luque, M., Madrid Pérez, J. A., Merino Andreu, M., & Sellés Galiana, F. (2016). Trastorno de retraso de la fase del sueño y del despertar. Síndrome de retraso de fase. Pediatría Atención Primaria, 18(71), e129-e139.
Madrid Pérez, J. A., & Rol de Lama, M. D. L. Á. (2015). Ritmos, relojes y relojeros. Una introducción a la Cronobiología. Eubacteria, nº 33 (2015).
Maite Santiago