El trastorno del espectro del autismo (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por déficits en la comunicación e interacción social y patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidos, repetitivos o estereotipados (APA, 2014). Se trata de un trastorno heterogéneo que comúnmente coexiste con otros trastornos psiquiátricos o neurológicos (Lord et al., 2020). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 1% de la población infantil tiene TEA, aunque la gran variabilidad entre estudios sugiere que la prevalencia puede ser mayor (WHO, 2022). El TEA se diagnostica más en el sexo masculino, en una proporción que puede llegar a ser de 4,5 a 1 (Christensen et al. 2018), habiéndose evidenciado la existencia de un sesgo de género (Russel et al., 2011). De acuerdo con Lai et al. (2022), se requiere de una mayor comprensión de las variaciones relacionadas con el sexo y el género en las trayectorias de desarrollo del TEA, así como el abordaje, por parte de los profesionales, de estos sesgos que influyen en las prácticas diagnósticas. Por otro lado, se estima que más del 70% de las personas diagnosticadas con TEA presentan comorbilidad con otros trastornos (Lai et al., 2014), siendo los más frecuentes el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) y los trastornos de ansiedad, con una prevalencia del 28% y 20%, respectivamente (Zeidan et al., 2022).
Por todo ello, recientemente nuestro director Iban Onandia-Hinchado, junto con Patricia Fernández, han trabajado y publicado en una revista española puntera de reconocido prestigio y referente en psicología infantojuvenil, una revisión sistemática en torno al perfil cognitivo en TEA (Fernández-Alvarado y Onandia-Hinchado, 2022), que puedes ver completa y en abierto (gratuitamente) aquí, y que ha tenido una amplia repercusión y una notable aportación científica . Este trabajo ofrece una revisión de 26 investigaciones recientes que han estudiado el perfil o caracterización cognitiva de población infantojuvenil con TEA en comparación con el desarrollo normotípico. Para ello, se ha utilizado una perspectiva basada en dominios cognitivos con el objetivo de establecer un perfil cognitivo de esta.
Así, los principales hallazgos de esta revisión se han dividido en 6 dominios cognitivos: 1) habilidades cognitivas generales y razonamiento; 2) procesos atencionales y memoria; 3) funciones ejecutivas; 4) habilidades de procesamiento visuoespacial y visuoperceptivo; 5) lenguaje y 6) cognición social. Los hallazgos específicos se pormenorizan en el artículo. En síntesis, los resultados analizados apuntan a que la población infantojuvenil TEA presenta un funcionamiento cognitivo con alteraciones específicas, relacionado con un procesamiento de la información que difiere del de sus pares DT, lo que a su vez involucra la afectación de otras áreas cognitivas como la atención, la memoria, las funciones ejecutivas, el lenguaje y la cognición social. Sea como fuere, los resultados analizados arrojan información útil sobre la caracterización cognitiva de la población infantil TEA. Esta revisión contribuye al establecimiento y profundización en la caracterización cognitiva del TEA, que presenta utilidad para mejorar y promover el diagnóstico precoz y aplicar programas de intervención específicos y efectivos, lo que en última instancia repercutirá en la mejora de la calidad de vida de esta población.
Sea como fuere, debemos seguir investigando en la materia, dado que aún quedan muchas lagunas de conocimiento en un trastorno que es cada vez más conocido y caleidoscópico. Queda, por tanto, mucho camino por recorrer a nivel científico.