El trastorno dismórfico corporal es un trastorno propio en la adolescencia que aunque sea bastante común, en muy pocos casos es diagnosticado y por tanto tratado en esa etapa, provocando que se cronifique y aparezca en la adultez agravado y oculto bajo otros trastornos como por ejemplo depresión mayor.
Es muy importante conocer este trastorno para poder diagnosticarlo y tratarlo a tiempo.
Características diagnosticas
El trastorno dismórfico corporal (TDC) se encuentra recogido en el DSM 5 dentro del espectro de Trastorno Obsesivo Complusivo y para su diagnóstico se requiere que:
- exista preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que no son observables o parecen sin importancia a otras personas.
- Existan comportamientos o actos mentales repetitivos como respuestas a la preocupación por el aspecto, como mirarse a espejo, asearse en exceso, comparar su aspecto con el de otros…
- La preocupación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral y otras áreas importantes del funcionamiento de la persona.
- La preocupación por el aspecto no se explica mejor por la inquietud por el tejido adiposo o peso corporal en un sujeto cuyos síntomas cumplen los criterios diagnósticos de un trastorno de conducta alimentaria.
Es necesario especificar si al sujeto le preocupa la idea de que su estructura corporal sea demasiado pequeña o poco musculosa, si así fuera se añadiría al diagnóstico “con dismórfico muscular”.
Así mismo se requiere aclarar el grado de introspección, esto es, conocer en qué grado la persona que lo sufre es consciente de que sus creencias son o pueden ser falsas. Puede haber buena introspección, donde la persona sabe que lo que piensa no se ajusta a la realidad; poca introspección, donde las creencias se consideran probablemente ciertas y con ausencia de introspección/con creencias delirantes (no son consideradas del espectro psicótico), en la que el sujeto está completamente convencido de que sus creencias con respecto al cuerpo son totalmente ciertas, que el resto de personas también lo perciben, sintiendo que son observados y criticados por el resto.
La ausencia de introspección implica por lo general mayor gravedad y peor pronostico, no permitiendo una buena vinculación con los tratamientos psiquiátricos y psicológicos, buscando tratamientos alternativos dirigidos a solucionar los “defectos” y aumentando la probabilidad de suicidio.
Es importante conocer que este trastorno habitualmente convive con otros trastornos que han ido desarrollándose a raíz de él. El que más asociado aparece es el trastorno de depresión mayor, que lo sufre un 75% de las personas con TDC. Es común padecer también ansiedad social que aparece en el 40% de los casos. Entre un 40-60% presentan trastornos de personalidad, también es habitual que esté presente un trastorno por consumo de sustancias, un trastorno de conducta alimentaria o un trastorno obsesivo compulsivo.
La tasa de suicidio entre las personas que sufren TDC es de 6 a 45 veces mayor al de la población en general, por lo tanto, es importante conocerlo para detectarlo y solicita ayuda.
¿Quién lo sufre?
Es un trastono muy común sobretodo en las formas menos graves y es típico de la adolescencia (tanto en chicos como en chicas) aunque no se suele diagnosticar hasta la adultez. Comienza gradualmente sobre los 12 años de edad pero hasta los 14 no se hace tan obvio. Desgraciadamente su evolución acaba en esta etapa de la vida, si no que sigue desarrollandose y cuanto antes aparece, su evolución es más grave, apareciendo otros trastornos y aumentando el riesgo de suicidio.
¿Por qué en la adolescencia y por qué no se diagnostica en su momento?
La adolescencia es una etapa de cambio, de una búsqueda de identidad, de lugar y de aceptación por parte del grupo y sociedad. Es muy habitual la aparición de preocupaciones por la imagen física y por todo ello se convierte en una etapa de especial vunerablidad.
Lamentablemente no es muy común que se diagnostique en la adolescencia, lo que hace como se ha comentado antes, agravar el desarrollo de la misma y complicando el tratamiento.
La vergüenza, el miedo al rechazo y en ocasiones la falta de conciencia de la base psicológica del problema hacen que no se solicite ayuda, complicando el acceso por parte de los profesionales al paciente e imposibilitando un tratamiento adecuado a sus características.
¿Cuál es la base que sustenta el TDC?
Este trastorno tiene base biológica, neuropsicológica, psicológica y sociofamiliar.
En cuanto a la base psicológica se han descrito rasgos de personalidad que van en la línea del neuroticismo, la sobrerreactividad emocional, hipersensibilidad a la critica y al rechazo, el perfeccionismo, la baja extroversión, baja autoestima, poca asertividad, tendencia a la desesperanza y a la hipocondría.
Socialmente la tendencia hacia la perfección corporal que se encuentra tanto en medios de comunicación como en redes sociales, supone un criterio distorsionado de la realidad, pero que se convierte en base para la comparación.
En el ámbito familiar una inclinación por las burlas sobre el aspecto físico en las conversaciones o comentarios de la familia, tensiones en las relaciones familiares y énfasis en el perfeccionismo se han descrito como importantes en el desarrollo de este trastorno.
¿Tiene tratamiento?
Por suerte existen tratamientos efectivos basados en la evidencia. El tratamiento recomendado por las revisiones científicas suele ser combinado, esto es, farmacológico y psicoterapéutico, concretamente en este último, la terapia psicológica cognitivo conductal convinada con psicoeducación es la más efectiva para su tratamiento.
Si te reconoces o reconoces a alguien que pueda estar sufriendo este trastorno, busca (o anímale a buscar) ayuda psicológica.
Bibliografía
Jiménez, J. S., Vicent, A. C., & Garrigues, M. T. (2019). Trastorno Dismórfico Corporal: revisión sistemática de un trastorno propio de la adolescencia. Revista de Psiquiatría Infanto-Juvenil, 36(1), 4-19.
Morrison, J. (2015). DSM-5® Guía para el diagnóstico clínico. Editorial El Manual Moderno.