Cuando la depresión retiene a un ser querido

La depresión es un trastorno mental que se caracteriza por un estado de ánimo deprimido la mayor parte del día y casi todos los días y/o una pérdida de interés o de placer en lo que anteriormente satisfacía durante un periodo mínimo de dos semanas. Puede ir acompañada de pérdida importante de peso sin hacer dieta, disminución o aumento del apetito casi todos los días, de insomnio o hipersomnia (necesidad de dormir más tiempo del habitual) diariamente o casi diariamente, además puede aparecer agitación o retraso psicomotor casi a diario, sensación de fatiga o pérdida de energía, sentimientos de inutilidad o culpabilidad inapropiada casi todos los días, disminución de la capacidad para concentrares, para tomar decisiones, pensamientos de muerte como miedo a morir o incluso pensamientos suicidas, que han podido ser planeados o intentados. Por lo tanto afecta a la persona en prácticamente todas las áreas de su vida.

Como pasa con la mayoría de los trastornos mentales las personas que no lo sufren tienen inevitablemente a no ver las consecuencias limitantes que conlleva, suele ser más complejo de aceptar que un problema físico como por ejemplo una cojera. Por otro lado, al minimizar los trasfondos de esta enfermedad, es habitual que las personas que rodean al individuo con depresión intenten ayudar a superar ese estado con estrategias que habitualmente funcionan para animar a alguien que sufre tristeza por unos días con el objetivo de intentar desde el amor, rescatar a esa persona que sufre. El problema es que aunque se dediquen desde el cariño más profundo, no suelen funcionar, o no en el tiempo esperado, y muchas veces surge la frustración e incluso el enfado en las personas que tratan de ayudar. Hay que recordar que los pacientes con depresión requieren de tratamiento psicológico y psiquiátrico y la recuperación es un proceso lento con baches en el camino.

La persona que sufre la depresión a menudo siente esa mano que intenta ayudar, pero o no es el momento de cogerla, o no tiene fuerzas suficientes para hacerlo, y la presión por agradar, por no fallar pero no poder cumplir, se traduce en culpa y en pensamientos de auto desprecio, que se suman a los pensamientos rumiantes que ya tenía, ya que no está siendo como el resto y ella misma desean.

Entonces… ¿qué se puede hacer?

Es importante ser una buena fuente de apoyo y los pilares clave que pueden ayudar tanto a la persona que sufre depresión como a las personas que le rodean que pueden ser: Comunicación, respeto y constancia.

  • Comunicación: referida a una comunicación desde la neutralidad, escuchar sin juzgar, sin presionar, sin debatir, sin tratar de cambiar sus pensamientos y sin culpabilizar. La comunicación con respeto por ambas partes crea el escenario perfecto para la confianza, para la liberación de malestar y para la búsqueda de estrategias de ayuda que mejor se ajusten a la persona sufriente. Esta comunicación no tiene por qué ser verbal, comunicar que estamos al lado de alguien se puede hacer sentándose con esa persona en el sofá o acompañándola en la cama en silencio. Desde este tipo de comunicación, la persona con este trastorno sabrá que los de alrededor le apoyan y le quieren, no sintiéndose en deuda con el resto y no desencadenando más pensamientos rumiantes culpabilizadores.
  • Respeto: las personas que sufren este trastorno, a menudo, no tienen energía ni motivación para realizar tareas básicas que anteriormente hacía sin ningún esfuerzo. Son conscientes y no se sienten bien por ello, presionar y/o culpabilizar no hacen más que agravar el problema ya que no es que no quieran hacerlo, si no que no pueden. Es importante respetar y valorar el esfuerzo que suponen ciertas tareas, aunque a ojos de una persona sana sean mínimos, además de aceptar sus tiempos. 
  • Constancia: puede ser muy frustrante para la persona que trata de ayudar que ninguna de sus ideas surta efecto en alguien con depresión, por eso es importante que además de comunicación verbal o no verbal y el respeto, se sea constante en el tiempo. Abandonar a una persona con depresión porque ya no quiere salir, o porque ya no es la que era, es un miedo común que suma presión a la persona con depresión.

Bibliografía consultada:

American Psychatric Association. (2018). DSM-5: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Incluye acceso a eBook) (5.a ed.). Editorial Medica Panamericana S.A. de C.V.

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