Desafortunadamente, es más que probable que en algún momento de nuestra vida nos vayamos a ver en la situación de tener que comunicar una mala noticia a alguno de nuestros seres queridos. A pesar de que el contenido de esa noticia y su gravedad puede variar según cual sea la situación (una infidelidad, un despido, problemas económicos graves, un desahucio, un diagnóstico médico, un fallecimiento, etc.), el componente común a este tipo de noticias es que afectan y modifican de forma negativa la perspectiva y los planes de futuro de la persona a la que se la comunicamos. Es evidente, por tanto, que ser receptor de noticias de este tipo supone tener que hacer frente a un evento negativo. Sin embargo, no debemos olvidar que la persona encargada de comunicar la noticia también va a encontrarse ante una situación complicada, al saber que aquella información que debe proporcionar va a conllevar un impacto emocional significativo en su ser querido.
La persona encargada de comunicar una mala noticia puede sufrir emociones intensas de ansiedad, frustración e impotencia, además de sentir una gran carga al recaer sobre ella la responsabilidad de comunicar la noticia. En este sentido, no debemos olvidar que la razón por la que le damos la noticia es que disponemos de información que la persona debe conocer para poder tomar algún tipo de decisión o para adaptarse a una nueva situación y, por tanto, lo estamos haciendo siempre buscando el bien de nuestro ser querido. Aun así, es importante ser consciente de que el modo en el que se comunica la noticia puede repercutir no solo en el grado de comprensión que va a presentar la persona que está siendo informada, sino también en su capacidad para gestionar psicológica y emocionalmente los hechos acontecidos. De este modo, antes de comunicar una mala noticia, siempre que las circunstancias lo permitan, conviene pararse a reflexionar acerca de diversos aspectos como quién debería dar la noticia, en qué momento, en qué lugar y de qué modo.
¿Quién?
Uno de los primeros aspectos que deberíamos plantearnos es quién es la persona más apropiada para comunicar la noticia. Quizá hemos dado por sentado que esa persona somos nosotros, pero quizá no sea así. De hecho, entre los aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de tomar esta decisión se encuentran no solamente la cercanía y confianza existente entre la persona que va a comunicar la noticia y la que la va a recibir, sino también el modo en que la noticia ha afectado el estado emocional de la persona informante, siendo recomendable pensar en otra persona si ésta se muestra muy afectada. Asimismo, también es importante poner en la balanza la capacidad de la persona para comunicar la noticia con sensibilidad, mostrar empatía y ofrecer apoyo emocional, dado que estas capacidades favorecerán una adecuada gestión emocional de la noticia por parte de nuestro ser querido.
¿Cuándo?
Si bien hay situaciones en las que el tiempo apremia y se debe informar inmediatamente de lo ocurrido a la persona para que ésta pueda tomar una decisión con urgencia, otras situaciones pueden ofrecen una mayor flexibilidad a la hora de elegir el momento en el que se comunica la noticia. En este último caso, debemos pararnos a reflexionar sobre cuál sería el momento adecuado para comunicarla. Así, deberíamos elegir, en la medida de lo posible, un momento en el que sepamos que la persona dispone de tiempo, está tranquila y emocionalmente estable, es decir, no está preocupada o inmersa en otras situaciones que afectan de forma significativa su estado anímico. Además, también deberíamos tener en cuenta las actividades que la persona tiene previstas para ese día, debiéndose evitar comunicar la noticia, por ejemplo, horas antes de que la persona tenga que acudir a su trabajo o a una reunión familiar.
¿Dónde?
Siempre y cuando sea posible, la noticia debería comunicarse en un lugar privado, en el que no vaya a haber interrupciones (ni siquiera telefónicas), se pueda tener intimidad y la persona pueda sentirse cómoda en caso de necesitar desahogarse emocionalmente. Además, es aconsejable que la habitación en la que se dé la noticia ofrezca la posibilidad de que tanto la persona que comunica la noticia como la que la reciba puedan estar sentadas. De este modo, transmitimos a la persona que no tenemos prisa y que vamos a dedicarle el tiempo que sea necesario. Al mismo tiempo nos aseguramos de que, en caso de que a nuestro ser querido le fallen las fuerzas, no haya riesgo de que se caiga al suelo. Además, también es recomendable que no haya ninguna barrera física entre ambas personas, como por ejemplo una mesa, ya que esto favorece un clima de mayor distanciamiento emocional.
¿Cómo?
Antes de comunicar la información, es conveniente comenzar con alguna frase que indique que se va a dar una mala noticia. De este modo, permitiremos que la persona pueda prepararse para una noticia de este tipo, favoreciendo su capacidad para procesar la información que vamos a ofrecerle. Así, podemos comenzar diciendo algo como “Siento mucho tener que decirte que…”, “Por desgracia traigo malas noticias, …”, “Ojala pudiera darte mejores noticias, pero lo cierto es que…”. Por supuesto, siempre es necesario adaptar el lenguaje al nivel de comprensión de la persona, lo cual es especialmente importante si tenemos que comunicarle la noticia a un niño o una niña. Además, si la noticia es de carácter médico, hay que tener en cuenta que la utilización de tecnicismos podría limitar la comprensión de la información. También debería evitarse la utilización de palabras comúnmente asociadas a un elevado impacto emocional. Así, por ejemplo, en lugar de utilizar la palabra “metástasis” podríamos decir “parece que el cáncer se ha extendido” y en lugar de “desahucio” podríamos decir “disponemos de “X” plazo para buscar un sitio más asequible dónde vivir”. Asimismo, convendría no utilizar frases extremadamente francas o desoladoras como “No hay nada que podamos hacer”, en su lugar se podría indicar “a partir de ahora la intervención se centrará en aliviar su dolor y en tratar de mantener su actual calidad de vida” o “pensaremos en posibles soluciones”, según sea el caso.
Además, es recomendable ofrecer la información en pequeñas partes, de modo que la persona pueda ir asimilando cada una de ellas y nosotros podamos ir comprobando si la persona está atendiendo y comprendiendo aquello que le estamos explicando. Para ello puede ser de gran ayuda establecer pausas entre cada pequeña parte de información, respetar los silencios de nuestro ser querido y, por supuesto, responder a aquellas preguntas que puedan ir surgiéndole. Otro aspecto importante es mirar a los ojos a la persona mientras le explicamos lo ocurrido. En ocasiones esto puede resultar complicado, ya que sabemos que somos portadores de malas noticias y que aquello que vamos a decir va a dañar a nuestro ser querido, pero aun así es un aspecto importante para establecer un clima de cercanía y confianza. Por último, también es recomendable demostrar nuestro apoyo a través del contacto físico, podemos poner la mano sobre la rodilla de nuestro ser querido, tocarle el brazo o cogerle la mano, siempre y cuando creamos que se va a sentir cómoda con ello.
Bibliografía
Baile, W. F., Buckman, R., Lenzi, R., Glober, G., Beale, E. A., & Kudelka, A. P. (2000). SPIKES—a six-step protocol for delivering bad news: application to the patient with cancer. The oncologist, 5(4), 302-311.